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Decidí no tomar ni una clase más, camine por el estacionamiento rápidamente, apesar de mi emoción por conocer a los demás integrantes Cullen no podía quedarme ahí, no cuando no soy parte de la trama, de su historia.
A unos cuantos metros de mi casa note un auto aparcado frente ala cochera, no había visto ese modelo hace mucho tiempo. Me acerque ala puerta, metí la llave que curiosamente estaba en mi chaqueta, gire y abrí.
El olor a carne con verduras ahumadas me recibió en la entrada, me quite la chaqueta y la dejé en el perchero, había música, específicamente blues, un estilo de musica que nadie de mi familia escucharía, excepto…
El leve tarareo de alguien me hizo frenar frente ala mesa del comedor, gire la vista y la vi, era ella, moviéndose al ritmo de la música, con un mandil de cocina puesto y una cuchara de madera en la mano. En cuanto se giró dijo mi nombre.
─ Atenea, cielo la comida está lista.
─ ¡Mamá! ─ Corrí, lanzandome a sus brazos sin importarme nada, me aferré a sus brazos, no iba soltarla, no otra vez ─ Eres tu, mamita… En verdad eres tú.
Hablé entre sollozos, levanté un poco la vista para verle el rostro, acaricié sus mejillas asegurándome de que era real y no una alucinación, confirmando que estaba frente a mi.
─ No llores solo fueron un par de horas ─ Su dulce voz fue como el canto de un ángel, sentir sus manos acariciando mi espalda no hizo mas que hacerme llorar más.
─ Para mi fueron años mami ─ Susurré escondiendome en su cuello oliendo su delicioso perfume.
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