-Ya era hora de que te dejaras ver por aquí otra vez, Loukas. -El montaraz empezó la conversación, sin siquiera girarse tras escuchar el chirrido de la puerta de su cabaña.- Me estaba empezando a preocupar.
El chico sonrió, dejando caer su macuto en una esquina del suelo, rellenando el silencio con su golpe seco contra la madera pulida.
-¿En serio? ¿Acaso el viejo de Noor se ha preocupado por mi?- Loukas alzó una ceja, quitándose su capa y colgándola de un clavo suelto dela pared.- Si parece que al final hay un corazoncito bondadoso dentro de esa cara de ese vejestorio quejica.
El montaraz suspiró, hundiendo los hombros mientras seguía dándole vueltas al guiso que estaba haciendo sobre la estufa. Todavía no se dignó en mirar al chico a los ojos.
-Lo primero: Sólo tengo veinte años más que tú. -empezó, con su voz grave y cansada de siempre.- Lo segundo: No me preocupas tú, me preocupa que no hayas hecho lo que te pedí. Me estaba empezando a replantear hacerlo por mis propios medios, pero sé que tus contactos de ladrón son más... extensos.
Loukas soltó una carcajada tranquila, acercándose a la mesa de la habitación y cogiendo asiento en una de sus mesas de madera. En cuanto la tocó pudo sentir el hechizo ignífugo que envolvía a la madera que formaba el mueble.
Sintió ese conocido cosquilleo recorrerle desde los pies a la cervical, entumeciéndole las puntas de sus dedos.
Aunque su capacidad de detectar la magia que contenía cada cosa solía ser una gran ventaja, de vez en cuando también odiaba tener que ponerse alerta por cada pequeño hechizo que se había a su alrededor. Era abrumador.
Pero ese hecho no le privó de sentarse y subir sus botas de barro encima de la mesa recién barnizada, inclinándose hacia atrás sobre dos patas de la silla. Si a Noor le molestaba, entonces era deber de Loukas hacerlo.
-Bueno, si te preguntas sobre lo de reunir al grupo: No te preocupes, ya lo he hecho. -el ladrón contestó, sacando la daga de su cinto y empezando a juguetear distraídamente con ella.- He conseguido a cuatro personas, como me dijiste. Las mejores que he encontrado.
-¿Las mejores? -Noor miró de reojo al muchacho un momento, obligándose a obviar el barro que manchaba todo por donde había pisado Loukas.- No estoy muy seguro de eso.
-Me retracto: Las mejores personas que he encontrado y que están dispuestas a enfrentarse al I-Kavohd. O lo suficientemente locas, eso depende de a quién preguntes. -Loukas lanzó la daga al aire, haciéndola dar un par de vueltas antes de cogerla al vuelo otra vez.- Están en la posada del pueblo, llegamos hace un par de horas. Pero como a alguien le ha dado por ser un huraño y vivir en medio de un bosque de abetos en el medio de la nada, me he tenido que andar una hora más para avisarte.
-Qué lástima que no se te hayas caído montaña abajo mientras venías... -murmuró el montaraz, sacando dos cuencos de madera de un armarito de la esquina.