Luna de sangre

Capitulo 7 • Un lugar nuevo

Tenia los nervios de punta, el auto había iniciado su camino hace aproximadamente quince minutos, el paisaje aún era conocido para mí, no habíamos salido de la ciudad. Liliam iba sentada con su marido y sus hijos, mientras yo estaba frente a ellos mirando por la ventana, no había podido ver a la mujer a los ojos desde que me enteré del traslado de la hermana Justa a Italia y el cierre del convento, ¿Por qué lo había hecho?

Las manos me sudaban cada vez que pensaba que ella tenía el teléfono de Kieran aún, ¿Habría leído los mensajes? Tenía que ser. El chico no me había negado lo que eran, no había dicho nada al respecto y eso me descolocada aún más, en el fondo deseaba que fuera un juego, si lo hubiese negado un poco más hubiese creído que no eran vampiros, pero lo que recuerdo y la falta de negativa me decían todo lo contrario.

Dos horas más en el auto y habíamos llegado al lugar, el internado era imponente, según iba hablando Liliam no nos veríamos hasta las vacaciones más cercanas que eran la de navidad, serían dos meses enteros sin verla y eso me daba alivio. No llevaba mucho equipaje pues tampoco tenía muchas cosas.

Francis, que había venido con nosotros para ayudarnos con el equipaje y lo que requiriera Liliam y el señor Matius, tomó mi maleta y se dirigió a dónde se suponia estaría mi habitación, el hala norte, la de los chicos era el hala sur, polos opuestos. Matius fue a despedir a sus hijos, mientras Liliam me acompañó a mí a mí habitación, su mirada de suficiencia me hacía sentir incómoda, pero no me la dirigía a mí, si no a las otras estudiantes que me miraban con recelo.

Mi habitación estaba en un pasillo junto a la recepción, al parecer era una de las más grandes, pensaba que quizás estaría sola, pero me tocaría compartirlo con alguien.

—Espero te adaptes bien, aquí estudié yo —Se encogió de hombros—. Nos veremos luego querida.

Quería gritarle, preguntarle por los niños del orfanato, por la Hermana Justa, quería correr y confrontarla sobre que son, pero solo pude asentir y despedirla con la mano como una niña, una niña asustada. Cuando estuve sola pude deslizarme por la madera de la puerta hasta tocar el suelo. Mi compañera aún no llegaba, tenía chance de acomodarme.

Era de noche, ¿Por qué ir al instituto a esta hora? Es decir, podían habernos traído de dia, el sol no les afectaba por lo que veia, pero aún así actuaban diferente con el, quizas no les haga daño exponerse un poco, pero quizás gran cantidad de tiempo si. Negué con la cabeza y empecé a desempacar, habían dos armarios y dos camas individuales, en mi cama, la que me había indicado Liliam que era, había una laptop y un nuevo celular, mis ojos se llenaron de lágrimas, al menos algo bueno tenía que sacar de todo ello.

Un mensaje de texto me hizo saltar cuando estaba admirando la computadora.

«Entonces, ¿Si te besara te dejarías?»

Mordí mi labio, lo iba a dejar hacerlo cuando me mordió, estaba mal lo sabía, pero había algo en el que me atraía y al mismo tiempo me repelia. Ignoré el mensaje, estaba claro que Liliam ya le había devuelto su teléfono y se había ido, pero no me sentía segura enviándole mensajes. Me levanté de la cama y abrí la ventana, la noche estaba fría.

El internado estaba rodeado muros bastante altos como para salir y si no había entendido mal, teníamos prohibido salir, así que había que pedir autorización para hacerlo y poder pasar por el gran portón. Daba la sensación de ser una prisión.

Miré por la ventana un par de segundos más y me alejé para volver a lo mío, una brisa movió la cortina y un movimiento a mi lado me erizó la piel, por la ventana acababa de entrar Kieran, con su rapidez sobre humana.

—¡Pero que diablos! —Chillé asustada, me tapó la boca para que no hiciera un escandalo.

—No grites, se supone que no debo estar aquí —dijo soltandome.