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Regulus salió de su habitación con la mente todavía llena de dudas y emociones encontradas. Había pasado una semana desde que James había comenzado a pasar más tiempo con él, a darle detalles, a conversar y a intentar ganarse su confianza. Aunque en el fondo sabía que todo era parte de un plan, no podía evitar sentir que algo dentro de él estaba cambiando.

Al cruzar la puerta, se encontró con James, quien parecía estar esperando por él. Sonrió de esa forma que había aprendido a usar tan bien, una sonrisa que mezclaba simpatía y misterio. Regulus intentó mantenerse firme, sabiendo que debía ser precavido, pero algo en la manera en que James lo miraba le hacía bajar la guardia poco a poco.

—¿Cómo dormiste? —preguntó James, su voz suave, casi demasiado amable.

—Bien… —murmuró Regulus, sintiendo su propio nerviosismo. Era como si esa amabilidad constante lo desarmara.

—Me alegra —respondió James, dándole una palmadita en el hombro mientras caminaban juntos hacia la cubierta del barco—. Supongo que estar aquí no es tan malo, ¿verdad?

Regulus lo miró, algo confundido por la pregunta, pero respondió sin pensar demasiado:

—Bueno, no es exactamente una celda fría y húmeda.

James soltó una pequeña carcajada, y ese sonido resonó en la mente de Regulus, haciéndolo sentir un poco más cómodo.

—Eso es cierto —admitió James—. Pero… supongo que tarde o temprano querrás irte. No puedo mantenerte aquí para siempre.

Regulus sintió un pequeño tirón en su interior al escuchar esas palabras. ¿Quería irse realmente? Sabía que esa era la respuesta lógica, pero algo en su pecho se revolvía, confundiéndolo.

—No lo sé —dijo de repente, sin darse cuenta de lo que sus propias palabras significaban—. No estoy seguro si quiero irme.

James se detuvo, girándose para mirarlo, con una expresión que parecía sorprendida, pero al mismo tiempo... triste. Claro, Regulus sabía que James estaba jugando sus cartas, pero en ese momento, la tristeza en sus ojos parecía real.

—¿De verdad? —preguntó James, su tono bajo—. Pero al final te irás… ¿cierto? Te liberaré, y volverás con tu familia, con Barty…

Regulus sintió un nudo formarse en su garganta. No quería pensar en su compromiso con Barty en ese momento. Y sin pensarlo demasiado, murmuró:

—No…

La palabra salió de sus labios antes de que pudiera detenerse, y cuando se dio cuenta de lo que había dicho, su corazón comenzó a latir más rápido. James levantó una ceja, pero en lugar de mostrar satisfacción o triunfo, fingió una tristeza aún más profunda.

—Es una lástima —dijo James en voz baja—. Porque sé que no puedo tenerte aquí para siempre, por más que quiera…

El comentario dejó a Regulus en silencio, incapaz de procesar del todo lo que sentía en ese momento. La idea de quedarse con James, de no regresar a su familia, a su destino como heredero de los Black y a su compromiso con Barty, lo asustaba… pero también lo atraía de alguna manera que no lograba entender.

James, siempre astuto, aprovechó ese momento de vulnerabilidad. Dio un paso más cerca de Regulus, y con una voz suave, casi como un susurro, dijo:

—¿Sabes? Me gusta pasar tiempo contigo, Regulus. No tienes idea de lo mucho que lo disfruto. Pero sé que esto es temporal, y eso es lo que más duele.

Regulus, atrapado en esa mezcla de emociones, no pudo responder. Solo lo miró, intentando encontrar alguna pista de manipulación en los ojos de James, pero lo único que vio fue calidez y tristeza. Por un momento, se sintió culpable por dudar de él.

the kidnapped prince regulus black Donde viven las historias. Descúbrelo ahora