Malia se recuperó a pasos agigantados. Cada semana se fortalecía y confiaba más en su capacidad para caminar. La transformación fue increible de ver, Kylie tuvo que contener las lágrimas cada vez que Malia daba otro paso, cada vez más fuerte y más segura después de meses de estar sentada en una silla de ruedas.
Kylie e Ivory se alternaban llevando a Malia a sus sesiones de fisioterapia, ambas observando a Malia caminar, primero agarrándose a las barandillas y luego sin ellas, con orgullosas miradas en sus caras. Tardaba mucho en llegar, pero lentamente se puso de pie. Hubo días en que tuvo algunos contratiempos y tropezó con sus propios pies, riéndose mientras se estrellaba contra el suelo. Luego volvería a levantarse, decidida a mantenerse erguida. Lenta pero segura, aprendió a caminar de nuevo.
Llegó el invierno otra vez. El frío helado y los vientos aulladores no fueron suficientes para amortiguar el buen humor de Malia, especialmente con la Navidad a la vuelta de la esquina. Especialmente en este particular jueves por la mañana cuando se levantó de su silla de ruedas por última vez, con una gran sonrisa en su rostro mientras la guardaba.
— ¡No puedo creerlo, soy libre! — Malia se rió, tirando de Kylie hacía ella mientras su cara se arrugó. Kylie se rió con ella, dejando que Malia la abrazara con fuerza. Se apartó un poco, besándola rápidamente antes de que su expresión se volviera sería.
— En realidad quiero hablar contigo sobre algo, ahora que estás oficialmente de pie. — le dijo Kylie, con una mirada nerviosa en su rostro mientras se sentaban a desayunar.
Malia la miró perpleja.
— ¿Qué pasa? Te ves preocupada.
Kylie se mordió el labio, metiendo la mano en el bolsillo de su pijama mientras tomaba un sorbo de su café. Su mano salió, apretada alrededor de algo pequeño.
— Sé que que sé que te dije que te quedaras aquí porque tenía un ascensor y podría cuidarte más fácilmente, y ahora que ya no necesitas el ascensor, puedes volver a tu propio apartamento. — balbuceó Kylie. — Pero no tienes que hacerlo, quiero decir, ¿Podrías... Puedes mudarte conmigo? Pero sólo si tú quieres. — extendió su mano hacia Malia, abriendo lentamente los dedos para mostrarle la pequeña llave plateada ubicada en el centro de su palma.
Kylie miró a Malia con los ojos muy abiertos y un pequeño pliegue entre las cejas, preocupada de que Malia quisiera más espacio ahora. Para Kylie, era todo lo contrario, no quería volver a que Malia sólo tuviera un cajón y tener que alternar entre sus apartamentos para quedarse.
Malia sonrió ampliamente, dejando escapar una risa ahogada, y Kylie se dió cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas. Estiró la mano hacia adelante, levantando la llave. Durante los últimos meses, había estado tomando la llave de repuesto cada vez que salía con alguien que no era Kylie, y la devolvía tan pronto como llegaba a casa. Ahora, ella tenía la suya.
— Te amo. — susurró Malia, medio levantándose de su asiento para inclinarse hacia adelante y besar a Kylie, saboreando el café amargo en sus labios.
— Creo que tengo que empezar a empacar. — Malia sonrió, mordiendo su tostada. El rostro de Kylie se dividió en una amplia sonrisa, llena de alivio y amor.
——☆——
Limpiaron la mitad del armario de Kylie, dejando espacio para la ropa de Malia. Kylie compró algunas estanterías para su oficina, y pronto las paredes estaban cubiertas de cientos de libros de Malia. Por la noche, después de que ambas habían terminado el trabajo, Kylie se sentaba detrás de su escritorio, terminando algunos trámites, y Malia sacaba un libro de los estantes y se acurrucaba en el sillón, leyendo hasta que lograba alejar a Kylie de su computadora y llevársela a la cama.
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Señas | Kylia
FanfictionCuando Malia tenía 12 años sufrió un accidente automovilístico en el que lamentablemente fallecieron sus padres. Desde ese día no habia dicho una palabra. Trabajando como bibliotecaria en Seattle, Malia conoce a Kylie Cantrall, y por mucho que quier...