El sonido de un automóvil avanzando a toda velocidad.
Su bufanda envuelta alrededor del cuello de Kylie.
Ojos miel y una sonrisa triste.
La sensación de urgencia mientras se arrojaba hacia adelante sin saber si llegaría a tiempo.
Los ojos de Malia se abrieron de golpe.
Estaba respirando con dificultad, una sensación de pánico en el pecho. Fue solo un mal sueño. Kylie estaba a salvo, acurrucada junto a ella en la cama. El monitor de frecuencia cardíaca estaba sonando rápido mientras Malia intentaba calmarse. Todo estaba bien.
Ella cerró los ojos, tratando de calmar su respiración y ritmo cardíaco. Exhalando lentamente, Malia abrió los ojos y miró hacia el techo. Sus anteojos todavía estaban en su rostro, se habían quedado dormidas escuchando el suave ritmo de Kylie leyendo en voz alta.
Giró la cabeza tanto como pudo con el collarín, tratando de no empujar demasiado la cama para no despertar a Kylie. Era la primera noche de sueño que había tenido en días. Su cabeza descansaba a lado el hombro de Malia, sus ojos se movían de un lado a otro debajo de los párpados cerrados. Un pequeño fruncido entre sus cejas era lo único que estropeaba su rostro tranquilo.
Malia no estaba segura de cuánto tiempo permaneció allí, escuchando las lentas respiraciones de Kylie y sintiendo el suave ascenso y caída de su pecho presionando contra el costado de Malia. La morfina recorrió su cuerpo, adormeciendo el dolor y haciéndola sentir somnolienta. Todo estaba en silencio mientras Malia yacía allí, pensando las cosas.
Fue sacada de sus pensamientos por el sonido de la respiración de Kylie acelerándose. Sus cejas estaban juntas y un gruñido bajo pasó por sus labios. Ella también estaba teniendo un mal sueño. Malia intentó levantar el brazo para despertar a Kylie, pero la morfina hizo que su cuerpo se sintiera suelto y su brazo era demasiado pesado para levantarlo. Un gorgoteo silencioso sonó en el fondo de la garganta de Malia, no lo suficientemente fuerte como para despertar a Kylie.
— ¡NO! — el grito asustado salió de la boca de Kylie mientras se levantaba en la cama. Girándose para mirar a Malia, se relajó visiblemente. Sus ojos tenían reflejos de temor, su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración agitada. Se pasó los dedos por el pelo y se lo quitó de la cara mientras jadeaba por aire. Una vez que se hubo calmado, rozó suavemente las yemas de sus dedos a lo largo del costado de la cara de Malia.
— Soñé que morías en mis brazos. — sollozó en voz baja, mirando la cara de Malia como si no pudiera creer que realmente estuviera aquí. Malia hizo un pequeño sonido de indignación, a ella no le gustaba el hecho de que Kylie también tenía pesadillas.
Acomodándose sobre las almohadas, Kylie se acurrucó junto a Malia, relajándose al sentir el calor de ella a su lado. En este momento, deseaba poder sentir los brazos de Malia envolviéndola, haciéndola sentir segura. Pero fue suficiente saber que ella estaba allí.
Se acomodaron al lado de la otra en silencio, consoladas por el hecho de que no estaban solas, hasta que el enfermero entró en sus rondas. Era la hora del desayuno, y para Malia eso significaba una papilla acuosa que podía gotear a través de los huecos en los cables. Kylie insistió en alimentarla ella misma, y el enfermero se fue, informándoles que volvería más tarde para ver cómo estaba Malia.
Kylie y Malia miraron hacía la puerta cuando se abrió y Hanna asomó la cabeza. Sonrió a las dos chicas, obteniendo una sonrisa brillante de Kylie y lo que parecía una mueca de Malia.
— Hola cariño, ¿Cómo te sientes? — dijo Hanna, caminando hacía la cama y besando la frente de Malia. Ella se inclinó aún más hacía adelante, colocando un beso en la frente de Kylie también. Malia intentó sonreír de nuevo, haciéndole saber a Kylie que se sentía bien. — Te ves cansada, cielo. — le dijo a Kylie, frotando su pulgar por uno de los pómulos de la pelinegra, justo debajo de las ojeras debajo de sus ojos.
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Señas | Kylia
Fiksi PenggemarCuando Malia tenía 12 años sufrió un accidente automovilístico en el que lamentablemente fallecieron sus padres. Desde ese día no habia dicho una palabra. Trabajando como bibliotecaria en Seattle, Malia conoce a Kylie Cantrall, y por mucho que quier...