Capítulo 4

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El amanecer apenas comenzaba a bañar el campamento cuando el sonido agudo de las sirenas marcó el inicio de otra intensa jornada. Los soldados, aún entumecidos por el cansancio, se apresuraron a prepararse para lo que sin duda sería un nuevo día de entrenamiento implacable bajo las órdenes del infame sargento Jackson. Luke se levantó de inmediato, ajustando su casco y equipamiento. Sabía que Jackson no mostraba misericordia cuando de disciplina se trataba.

Brandon, ya completamente vestido, sostenía su Biblia entre las manos mientras sus ojos se posaban en las palabras del versículo que había leído la noche anterior. Levítico 20:13 . Las palabras eran claras y firmes, sin espacio para interpretaciones. Para él, era sencillo: "las relaciones entre hombres eran una abominación". Así lo había creído siempre. Sin embargo, en los últimos días, había algo que no terminaba de encajar. Algo... o alguien. Pero se negaba a profundizar en ese pensamiento.

Sacudiendo la cabeza, cerró la Biblia bruscamente y la guardó en su mochila. No hay lugar para esas dudas aquí. Tengo un deber que cumplir, pensó, intentando recuperar su enfoque.

El sargento Jackson apareció a lo lejos, su presencia imponente resonando entre los soldados que se alineaban en perfecta formación.

—¡Hoy vamos a probar su resistencia bajo presión extrema! —rugió Jackson, caminando de un lado a otro como un depredador acechando a su presa—. ¡Si alguno de ustedes cree que ya ha visto lo peor, se equivoca! Esto es solo el principio. ¡Prepárense para sufrir!

La rutina del día consistía en una serie de ejercicios físicos que desafiaban a los soldados tanto mental como físicamente. Empujados al límite, el sudor y la tensión marcaban cada paso. Luke se mantuvo concentrado, siguiendo las órdenes, pero su mente volvía constantemente a su hija, Mary. ¿Cómo estará hoy?, se preguntaba mientras avanzaba en el circuito. No podía evitar sentir la culpa de haberla dejado atrás. La pequeña ni siquiera tenía idea de por qué su padre estaba lejos. Y cada vez que pensaba en ella, la imagen de su difunta esposa lo invadía, recordándole lo frágil que era la vida y lo rápido que todo podía desmoronarse.

Mientras el grupo de soldados realizaba ejercicios de resistencia, Brandon y Luke fueron asignados a diferentes tareas. Parecía que el destino había decidido no cruzar sus caminos ese día, hasta que una de las últimas actividades los volvió a reunir de manera inesperada.

—¡Divídanse en parejas para el ejercicio de fuerza! —gritó Jackson. Sin perder el ritmo, los soldados comenzaron a buscar compañeros.

Brandon y Luke, sin ninguna conversación previa, terminaron emparejados. La tarea consistía en cargar sacos de arena a través de un campo lleno de obstáculos, escalando estructuras improvisadas y saltando desde alturas moderadas. No había tiempo para hablar, solo para moverse.

Comenzaron el ejercicio en silencio, ambos enfocados en el esfuerzo físico. La tensión muscular y la respiración acelerada les impedían cualquier tipo de interacción verbal. Subían y bajaban por las estructuras, cargando los sacos como si su vida dependiera de ello. Cada paso era un reto.

Todo marchaba según lo previsto hasta que, mientras intentaban pasar por una trinchera elevada, Luke, quien iba al frente, perdió el equilibrio al pisar una roca suelta. Por reflejo, Brandon intentó sujetarlo antes de que cayera, pero al hacerlo, ambos terminaron enredados en una situación incómoda: Luke quedó de espaldas contra la pared de la trinchera, y Brandon, tratando de estabilizarlo, terminó de frente, con sus cuerpos pegados uno contra el otro.

El contacto fue inmediato, y ninguno de los dos supo cómo reaccionar en un primer momento. No era la caída lo que les había cortado la respiración. Brandon, aún con las manos apoyadas en los hombros de Luke, sintió una oleada de incomodidad recorrer su cuerpo. El calor que emanaba de la piel de Luke, la cercanía entre sus rostros... Todo sucedió en apenas unos segundos, pero el mundo pareció detenerse.

Luke, con la respiración agitada, sintió su corazón acelerarse. Intentó restarle importancia al contacto, forzando una risa nerviosa mientras apartaba la mirada.

—No pasa nada —dijo, tratando de sonar despreocupado—. Solo un mal paso.

Brandon asintió, pero no podía evitar sentirse extraño. Es solo cansancio, pensó, aunque el rubor en su rostro era imposible de disimular.

Ambos se incorporaron rápidamente, intentando fingir indiferencia ante lo que pasó. Pero el incidente ya había quedado grabado en la mente de los dos. No hablaron más durante el resto del ejercicio, pero esa sensación incómoda y confusa permaneció latente.

Al final del día, cuando el sol comenzaba a desaparecer y el campamento volvía a su ritmo normal, Luke y Brandon se encontraron en lados opuestos del área de descanso. Ninguno quería admitir lo que había pasado, pero ambos sabían que algo había cambiado.

Luke se recostó en su litera, tratando de apagar los pensamientos que lo atormentaban. Entre el cansancio físico y el peso emocional, la cercanía con Brandon le resultaba cada vez más difícil de ignorar. No puedo permitirme sentir esto ahora, se dijo, cerrando los ojos. Pero el contacto de ese momento seguía repitiéndose en su mente, como una chispa que no lograba extinguirse.

Brandon, por su parte, repasaba el versículo de Levítico en su cabeza, pero esta vez, las palabras no parecían tan claras. Algo dentro de él comenzaba a tambalearse.

Entre balas y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora