La luz grisácea del amanecer comenzaba a filtrarse débilmente por la entrada de la cueva, apenas perceptible entre las ramas y la densa niebla que cubría el bosque. El frío aún era implacable, y aunque ambos seguían despiertos, el agotamiento les pesaba como una carga. El calor que compartían la noche anterior se había desvanecido con el tiempo, pero lo que permanecía era la tensión sutil de saber que, en cualquier momento, podrían enfrentarse a lo desconocido.—Es extraño —dijo Luke de repente, rompiendo el pesado silencio—. En medio de todo esto, a veces me olvido de que hay algo más allá de la guerra. Que hay un mundo al que quizás no volvamos.
—¿Te refieres a tu hija? —preguntó Brandon, intentando conectar con él de una manera que le resultaba cada vez más difícil. Sabía que Luke tenía una familia que lo esperaba, pero había algo más detrás de sus palabras. Algo que lo hizo detenerse.
Luke negó con la cabeza, soltando un leve suspiro.
—No solo a ella. Me refiero a todo. Antes de venir aquí, uno tiene planes, sueños, cosas que quiere hacer. Y ahora... todo parece tan distante. —Se pasó una mano por el cabello—. Es como si el tiempo aquí se detuviera, ¿sabes? Como si nada más importara, como si todo lo que fuiste alguna vez desapareciera.
Brandon sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, y no solo por el frío. Esa sensación, esa pérdida de identidad, era algo que también lo había estado atormentando. Había llegado a esta guerra con una visión clara de quién era, de lo que estaba bien y lo que estaba mal. Pero ahora, bajo el peso de la supervivencia, todo parecía desdibujarse.
—Es difícil mantener la cabeza en su lugar aquí afuera —admitió Brandon, mirando hacia la salida de la cueva, donde el cielo seguía oscurecido por las nubes—. No sé cuántas veces me he preguntado qué pasará si no salimos de esta. O peor aún, si salimos, pero volvemos siendo otros. Como si todo lo que hemos vivido antes ya no tuviera sentido.
Luke lo miró fijamente, como si estuviera sopesando esas palabras. Había algo en la voz de Brandon que lo inquietaba, una verdad que resonaba en él mismo.
—¿Te arrepientes de estar aquí? —preguntó Luke.
Brandon no respondió de inmediato. Se removió incómodo. Sabía que, para un soldado, admitir arrepentimiento era como admitir derrota. Pero algo en la honestidad de Luke lo impulsó a abrirse un poco más de lo que jamás había hecho.
—No es que me arrepienta de estar aquí —comenzó con cautela—. Pero... no sé si soy la misma persona que era antes de llegar. —Desvió la mirada, incómodo—. Creí que tenía todo claro: el bien, el mal, lo que debía hacer. Pero ahora... siento que hay una parte de mí que está cambiando y no sé si me gusta lo que estoy descubriendo.
Luke asintió, comprendiendo más de lo que Brandon se imaginaba. Ambos habían llegado a este lugar con certezas, pero la guerra, la crudeza del día a día, erosionaba esas certezas lentamente.
—Creo que todos cambiamos aquí —respondió Luke, con una voz más suave—. La guerra lo hace. Te muestra partes de ti mismo que nunca creíste que existían. Cosas buenas, cosas malas... pero siempre hay algo que te sacude hasta la médula.
Brandon se removió, y durante un breve instante, sus ojos se cruzaron con los de Luke, más de lo que hubiera querido. En ese silencio, se dio cuenta de que la cercanía con Luke no solo lo desconcertaba, sino que le provocaba algo más. Algo que no podía explicar.
—¿Qué es lo que te preocupa más? —preguntó Luke, manteniendo la mirada en él, como si tratara de desentrañar lo que había detrás de esas palabras.
Brandon tragó saliva, sintiendo el peso de la pregunta. No podía decirle la verdad. No podía decirle que lo que más lo preocupaba no era la guerra, ni siquiera la muerte. Sino lo que sentía cuando estaba cerca de él.
—Que no haya un propósito en todo esto —murmuró finalmente—. Que pasemos por todo este dolor, esta lucha, y al final, nada cambie. Que todo lo que creí alguna vez... haya sido en vano.
Luke se inclinó hacia adelante, como si sintiera la gravedad de esas palabras. Quiso decir algo, algo que pudiera darle consuelo, pero no encontró las palabras. En lugar de eso, colocó una mano en el hombro de Brandon, un gesto simple pero lleno de significado.
Brandon, sorprendido por el toque, no pudo evitar un leve sonrojo, disimulándolo rápidamente mientras desviaba la mirada. El contacto era cálido, reconfortante, y en ese breve momento, la carga de sus pensamientos se alivió ligeramente.
—No sé si todo esto tiene un propósito —dijo Luke, bajando la mano—. Pero lo que sí sé es que, mientras sigamos aquí, tenemos que luchar para encontrarlo.
Brandon asintió, sabiendo que, al menos por ahora, esas palabras serían suficientes para seguir adelante.
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Entre balas y susurros
Romance"A veces pienso en lo que éramos antes de todo esto, antes de que el sonido de los disparos y el olor a pólvora definieran nuestros días. Tengo una hija pequeña esperándome en casa, ¿sabes? Siempre pensé que el honor significaba protegerla a ella y...