EL NUEVO GUARDIÁN DEL EQUILIBRIO

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A medida que descendían de las montañas, el paisaje de Lunaris comenzaba a mostrar los primeros signos de recuperación. Los valles, antes marchitos bajo la influencia de la oscuridad, volvían a florecer lentamente. Brotes verdes emergían de la tierra, y los ríos, antes estancados y llenos de sombras, ahora fluían con aguas claras y revitalizadas. Era como si el corazón de Lunaris estuviera latiendo nuevamente, respondiendo al acto de equilibrio que Desa había llevado a cabo.

Cada pueblo que encontraban en su camino mostraba los estragos de la corrupción de Ciaran, pero también los vestigios de una vida que empezaba a abrirse paso entre las ruinas. La gente salía de sus casas, observando el cielo con asombro y esperanza. El ciclo del día y la noche, interrumpido durante tanto tiempo, había regresado. Los aldeanos, que durante años habían vivido en una penumbra constante, ahora volvían a sentir el calor del sol y la suave luz de la luna.

En cada lugar, Desa era recibida como una salvadora. Aunque los habitantes no comprendían del todo lo que había sucedido, sentían en su interior que algo había cambiado. Las sombras que los habían aterrorizado durante generaciones comenzaban a disiparse, y sus corazones se llenaban de esperanza. Desa, Caleope y Selene recibían agradecimientos sinceros en cada parada, pero Desa, siempre humilde, se sentía incómoda con tales honores. Para ella, esto no era el fin de su misión, sino solo el comienzo de una nueva etapa.

Un día, al llegar a una aldea que había sido especialmente golpeada por las fuerzas de Ciaran, Desa se encontró con un anciano que se arrodilló ante ella, ofreciéndole una reliquia familiar como símbolo de gratitud. Desa, con suavidad, lo levantó y le entregó de vuelta el objeto. —No soy una diosa —le dijo—. Solo hago lo que debo para proteger este mundo, igual que ustedes han resistido. La verdadera fuerza está en su capacidad para seguir adelante.

A medida que seguían su viaje, Selene compartía más sobre las antiguas profecías y las leyendas de las espadas. Sabía que el ciclo había sido restaurado, pero también que el equilibrio siempre sería algo frágil. Desa era la guardiana, pero tendría que ser vigilante. La corrupción podría regresar si el equilibrio no se mantenía con cuidado.

—Lunaris es un reino que ha visto muchos ciclos —explicó Selene mientras viajaban—. Hubo épocas de luz pura y otras de sombras absolutas. Pero lo que aprendimos, y lo que tú representas, Desa, es que el equilibrio es lo que verdaderamente mantiene a este mundo en paz. No puede haber solo luz, como no puede haber solo oscuridad. Ambos deben existir en armonía.

Estas palabras resonaron profundamente en Desa, quien cada día sentía más el peso de su responsabilidad. Era cierto que había restaurado el equilibrio en Lunaris, pero también sabía que las decisiones futuras serían igualmente cruciales. Lunaris, como cualquier ser vivo, continuaría cambiando, y ella tendría que estar ahí para guiarlo a través de esos cambios.

Con el tiempo, llegaron a la capital de Lunaris, una ciudad que había sido devastada por la guerra contra Ciaran. Las grandes torres de piedra estaban en ruinas, y el palacio, que una vez brilló bajo el sol, ahora estaba oscurecido por los recuerdos de la corrupción. Sin embargo, al entrar en la ciudad, Desa notó algo distinto. El aire estaba más claro, y el cielo, que siempre había estado cubierto de nubes oscuras, comenzaba a abrirse, permitiendo que los primeros rayos de sol tocaran las calles.

El pueblo los recibió con los brazos abiertos, y el líder de la ciudad, un hombre que había sobrevivido a la ocupación de Ciaran, se acercó a Desa con reverencia. —Gracias por lo que has hecho por nuestro mundo —dijo—. Durante años, pensamos que la oscuridad nunca se iría, que Ciaran era invencible. Pero tú... tú has demostrado lo contrario.

Desa inclinó la cabeza, aceptando sus palabras con gratitud, pero no dejó que su ego creciera. Sabía que la tarea que tenía por delante no se trataba solo de restaurar estructuras físicas, sino también de sanar las heridas invisibles que la guerra había dejado en el alma de Lunaris. La gente había sido controlada por el miedo durante tanto tiempo que aprender a vivir sin esa sombra sería un desafío en sí mismo.

Las crónicas de la espada de lunaWhere stories live. Discover now