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Por lo menos mi dulce manzanita estará feliz. 

Fue lo que pensó el ángel caído luego de firmar ese documento matrimonial, pero sentía a alguien observándolo desde las alturas, si la misma Serafín Sera le dijo que su prometido estría en ese lugar ¿Dónde estaba? Miro por todas lados pero no lo encontraba.

Por lo menos hasta escuchar a una chica igual de animosa que su Charlie saltando de felicidad para luego ir por uno de las flores blancas de los arreglos florales y ponerla en los mechones rojos del alma que llevaba el mismo anillo que el. 

Era un lindo cervatillo, al igual que noto que hace mucho ya había captado su atención. No pudo evitar verlo con odio, notando como la piel blanca del contrario se erizaba para luego bajar su cabeza en señal de respeto ¿tanto miedo daba? Fue lo que se pregunto para notar como aquellos labios rosas pronunciaban algo a la pequeña arcángel llamada Emily para retirarse del lugar. Logrando ver que todas aquellas miradas que se dirigían a su persona con asco ahora habían cambiada de objetivo viendo a aquel omega yéndose del lugar con pena.

Pobre joven Alastor, no merecía ese destino.

No puedo creer que se tenga que enlazar con ese traidor.

Pobrecito, alguien como el no debe acabar de ese modo.

Eran las cosas que escuchaba de todos aquellos que fueron testigos de su unión. Al parecer era muy apreciado por todos los habitantes del cielo, hasta la misma Serafina veía con lastima las puerta por la que había pasado el cervatillo.

Pero vio lo positivo, por lo menos ya sabía como se llamaba su compañero de vida.

Le agradaba eso, lastima que se lo tendría que llevar al infierno.

Aunque se suponía que ese mismo día se debían conocer, esa fue una de las diez condiciones que puso para poder comprometerse, de todas formas había amenazado al cielo con estallar una guerra si no se llegaba a un acuerdo.

Salió también del lugar en busca de su prometido. Lo encontró hablando con un alma de aspecto arácnido, era muy parecida a la estrella porno de Angel Dust, tal vez eran familiares, sí, debía ser eso. Luego la joven salió corriendo y el locutor entro al jardín de las ilusiones, si que luego de  su caída su padre creo nuevos lugares para explorar, espero por unos minutos y se dispuso a seguir con su plan de perseguirlo.

Por lo menos hasta encontrarlo apoyado en uno de los arboles mientras la arcángel recolectaba manzanas de los árboles. 

Pensé que padre las prohibiría luego de lo sucedido con Eva. Murmuro a lo bajo para no ser escuchado.

-¿Que piensa hacer Al? de todas formas no te quede mucho tiempo en este lugar -habló sentada en una de las ramas-.

-No lo sé, tal vez leeré un libro, me  despediré de algunas persona e intentare darle un sartenazo a Adam -afirmo riendo un poco por lo último, de todas formas no era como si no fuera a esperar al exterminador con un sartén en mano esa noche-.

-A veces eres un poco cruel, pero enserio ¿Qué piensas hacer? -volvió a preguntar la pequeña con una sonrisa en su rostro pero con preocupación en su rostro-.

-Si ya sabes como es mi humor para que me preguntas querida -habló sentándose en el suelo, para luego abrazar sus rodillas y enconder su cabeza en las mismas- respondiendo a tu pregunta, tal vez practicare un poco más de etiqueta y administración. Por lo que he oído Lucifer me va a poner a prueba luego de la semana que me queda en este lugar.

Aunque sea verdad no debieron obligarte.

Hablo la menor con un poco de tristeza, sorprendiendo al locutor que en respuesta subió sus orejas en punta para mirarla con temor y un poco de resignación. Sabía que su pequeña era chismosa pero no lo suficiente como escuchar las conversaciones de sus mayores.

Lucifer tenía la misma expresión ¿Cómo que había sido obligado a esto? Se pregunto así mismo, si era verdad todo eso se cancelaba, pero de igual forma necesitaba escuchar la versión del ciervo.

-¿Quién te dijo eso? -pregunto desconcertado y con un poco de miedo aunque sabía que le tenía que mentir por su seguridad-.

-Lo escuche de Sera, le estaba reclamando a Adam por obligarte e incluso golpearte para aceptar -habló enojada por lo último-.

-Emily.... -hablo el mayor-.

-¿Qué? -respondió sin querer mirarlo a los ojos- escuche hasta ahí y como Adam se defendía y luego me fui.

Mientras que el cervatillo solo podía sobarse el cuello por estrés, mientras le rogaba a Dios mantener la paciencia que en realidad era poca, su cordura ya estaba a punto de extinguirse con lo del matrimonio y le salían con eso.

Lucifer escuchaba como el alma suspiraba resignado para luego volver a hablar.

-Querida, si hubieras sido buena oyente hubieras logrado escuchar como yo hablaba en defensa de Adam -reitero un poco molesto- Entiende, no fui obligado, fue mi decisión, tu sabes que Adam jamás me pondría una mano encima.

-Y como le das respuesta a tus moretones en el cuello -hablo intentando no dar brazo a torcer-.

-Efectos secundarios de los supresores  -respondió sin titubear, de todas formas era verdad en una parte-.

Lucifer solo podía mirar la escena escondido en uno de los arbustos para no ser visto. Al parecer su primer encuentro con el alma que llevaba su anillo se tendría que postergar, ahora mismo debía saber en verdad quien de los dos era el mentiroso.

Por lo menos hasta escuchar el cervatillo hablar nuevamente.

Emily no dejes que tu codicia te ciegue, sabes que no es propio de un arcángel.

La menor había cruzado los brazos indignada, para luego agachar la cabeza y pedir perdón. Había bajado del árbol y se hecho en el regazo del mayor para ser abrazada por el mismo. Pero lo que más lo desconcertó fue escuchar que no quería que se fuera de ese lugar, que era mejor que se enlazara con el primer humano y dejara que alguien más tomara su puesto. El locutor solo rio y cariño su cabeza diciéndole que era imposible eso.

El solo pudo sentarse de igual manera y mirar la escena. Sentía que le estaba quitando a uno de los dos su libertad.

Detesto ese minuto de silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora