We were lying on your couch
I remember
You took a Polaroid of us
Then discovered (Then discovered)
The rest of the world was black and white
But we were in screaming color
And I remember thinking
Are we out of the woods yet?, are we out of the woods yet?Paula
Desde que tengo uso de razón siempre me he sentido como esa pieza de rompecabezas que no encaja en ninguna parte, ni aunque trates de meterla a la fuerza.
Esa pieza que nadie nota su existencia hasta que terminas de ubicar al resto de las piezas y que al ver el panorama completo, recién caes en que tienes una pieza que te sobra y no sabes dónde ponerla ni de dónde salió ni mucho menos qué harás con ella.
Por lo que tratas de ver la forma en que ésta ocupe algún lugar en el rompecabezas, pero no lo logras porque todos los espacios ya están perfectamente encajados y solo esa pieza es la que falta.
La cual no solo es diferente al resto sino que además su existencia carece de sentido porque no hace falta ubicarla en ninguna parte, ya que es un error de fábrica, una pieza extra que si tiene suerte se quedará en la caja del rompecabezas porque no es necesaria pero tampoco deseas tirarla, o que en su defecto simplemente tirarás ya que al final del día no sirve tenerla si no es parte del mosaico que construiste.
Sin embargo, por alguna razón que no lograba entender del todo cuando estaba con Marta esta teoría desaparecía y simplemente me sentía parte de algo tan grande y único que las palabras sobraban al tratar de ponerle un nombre.
Es por esto que el tiempo detuvo sus manecillas para que esta tarde fuese eterna o al menos así me lo pareció cuando a pesar de todos mis esfuerzos por no quedarme viendo cómo la morena descansaba, esto era lo único que deseaba hacer mientras me removía incómoda en el sofá pensando en que incluso en la noche en que dormí junto a ella, Marta no lucía tan relajada ni mucho menos con tanta vida espolvoreando en sus mejillas a pesar de estar enferma.
Pero sobre todo no lucía tan jodidamente guapa, en donde a pesar de que la cúspide de la belleza de la morena estaba en esos ojos verdes arrebatadores que fácilmente los causantes de la envidia de Monet porque ni sus jardines lucían tan esplendorosos si se comparaban con aquellos irises, la verdad es que hoy Marta lucía como una diosa apoteósica con el cabello ondulado remarcando sus rasgos y una tímida sonrisa la cual me desbarató en un segundo el alma.
«Joder, es que es guapísima sin esforzarse», pensé sin dejar de admirar cada constelación latente en su rostro en donde después de un par de minutos llenos de dudas decidí llenarme de valentía y con paso inseguro me atreví a dispersar unos cuantos mechones para quedar frente a esa lluvia de estrellas que reposaban tranquilas en su mirada y que no tardaron en quitarme la respiración porque definitivamente Marta era de otro planeta, ya que no solo era guapa e inteligente con creces sino que toda la teoría de la gravedad tenía sentido cuando te condenaba con su mirada a girar sobre su propio eje.
Y es que después de aquel evento interestelar que era chocar contra su mirada ya no había forma de escapar del paraíso terrenal que te ofrecía su compañía sin pedir nada a cambio.
Por lo que disfruté de la armonía que pincelaba su rostro hasta que Storni comenzó a maullarme para ser el centro de atención y me regresó a la realidad en donde me regañé mentalmente porque no era correcto quedarme por horas protegiendo el sueño de la morena aunque en mi cabeza tuviese todo el sentido del mundo.
Así que tomé a la gata gris junto al plato de sopa que estaba en el piso y los llevé a la cocina en donde me tomé unos minutos para regalonear con Storni para finalmente abrirle una lata de atún como recompensa por lo bien que se había portado y por lo guapa que estaba, ofrenda que aceptó feliz dejándome en un segundo plano, ya que en la balanza de sus prioridades claramente yo no era tan importante como lo que estaba en su plato.
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¿Dónde van las hojas secas que el invierno nos dejó?
RomancePaula Faurré y Marta Flores no podían ser más distintas entre sí por lo que lo más esperable en sus vidas era que jamás llegaran a siquiera coincidir en el mismo espacio-tiempo. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, sucedió. No una ni dos sino...