And then you say
I want you for worse or for better
I would wait for ever and ever
Broke your heart, I'll put it back together
I would wait for ever and everAnd that's how it works
That's how you get the girl, girl, oh
Marta
Can't take my eyes off you de Frankie Valli fue la canción que comenzó a sonar en mis cascos cuando salí del quirófano después de que mi última cirugía del día terminase.
Canción que tomó una sintonía completamente diferente a la que estaba acostumbrada en el momento en que su letra sin previo aviso, se encargó de tirar de la cuerda de los recuerdos de ayer de Paula en casa.
En donde para mi sorpresa mi piel reaccionó al segundo ante ese bombardeo de estímulos que fue sentir cómo el perfume de la mayor rodeó mi inconsciente siguiendo el compás de los acordes de la melodía para luego apoderarse en un parpadeo con una facilidad abrumadora, de todos mis sentidos.
Detalle que no pasó desapercibido por mi lado más racional el cual me hizo fruncir el ceño cuando pude sentir las manos de la rubia acariciándome el rostro junto a la voz del cantante mientras mis piernas temblaban ante la combinación perfecta que fue sentir cómo la piel satinada de la pediatra quebró esas murallas erigidas desde tiempos ancestrales, mientras sus constelaciones se encargaban de iluminar el mundo desierto de mis pensamientos a través del roce de su luz contra los llanos de oscuridad perpetua que abundaban en mi mirada.
Y es que como si se tratase de una ola expansiva, Paula no solo se apoderó de mis recuerdos y jugó con ellos sin la necesidad de estar presente, sino que fue la causante de que por primera vez en mi vida, mi corazón latiera desbocado ante el sonido de aquella poesía hecha canción.
Por lo que ladeé la cabeza sin entender lo que estaba sucediendo, pero tampoco me atreví a luchar contra aquellas ideas sin sentido que se estaban apoderando de mi ser sino que más bien solo suspiré y seguí caminando hacia la residencia para buscar mis cosas e ir al coche, ya que por hoy me sentía lo suficientemente cansada y abrumada como para ponerme a discutir contra mi lado más irracional el cual desde hace un par de días parecía que deseaba liderar mi mente porque no dejaba de joderme la existencia al tirar de algo que solo existía en mi cabeza.
«Es que a veces se te va la olla», me regañé mentalmente al no poder quitar de mi cabeza ese caleidoscopio de sensaciones que trajo consigo sentir a la rubia lo suficientemente cerca como para que todos mis sentidos se alterasen.
Los cuales se descarrilaron aún más de su curso natural cuando comencé a ver whatsapp y me encontré de sopetón con tres audios de parte de la mayor y una selfie que inconscientemente sacó a la luz mi mejor sonrisa, ya que en ésta la rubia se encontraba con su pelo dorado enmarañado en la almohada como todas las mañanas, pero esta vez quienes ocupaban el resto de la cama eran sus sobrinos, los cuales estaban durmiendo pegados al cuerpo de la pediatra mientras ella sonreía con esa curva que podía rodear todo el planeta de esa magia milenaria que siempre repartía sin siquiera darse cuenta.
No sé cuánto tiempo estuve admirando cada detalle detrás de la foto, lo cual ya de por sí era sorprendente al ser más que consciente de que muy probablemente si esa selfie viniese de parte de cualquier otra persona, incluso de mis mejores amigas, ni siquiera me hubiese tomado el tiempo de apreciarla.
Pero incluso más sorprendente que eso fue la forma en que mi corazón estalló con confetis de colores porque la rubia no solo se veía preciosa al estar envuelta en esa belleza desconcertante que traía consigo desde la cuna, sino que cada vez que estaba con sus sobrinos o con un niño en general, ella relucía incluso más, lo cual provocó que un suspiro me tirase a ese acantilado en donde aunque me costase aceptarlo, me parecía adorable ver a Paula junto a algún niño porque removía cosas dentro de mí que ni siquiera sabía que existían.
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¿Dónde van las hojas secas que el invierno nos dejó?
RomancePaula Faurré y Marta Flores no podían ser más distintas entre sí por lo que lo más esperable en sus vidas era que jamás llegaran a siquiera coincidir en el mismo espacio-tiempo. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, sucedió. No una ni dos sino...