And I don't even want you back, I just want to know
If rusting my sparkling summer was the goal
And I don't miss what we had, but could someone give
A message to the smallest man who ever lived?Marta
La primera señal de alerta de que algo iba mal en mi relación con Pablo no llegó a través del primer golpe.
Ni tampoco llegó junto a la primera discusión llena de gritos que tuvimos en donde él me aseguró que nunca iba a estar con nadie más que no fuese él porque prefería verme muerta antes que con otro hombre.
No.
Todo eso llegó después, cuando mi visión sobre lo que tenía con el cirujano comenzó a nublarse a través de los tintes puros de película de terror que recolecté con el paso del tiempo donde mi noviazgo pasó de ser lo mejor que me había pasado jamás a esa pesadilla de la que no podía escapar a pesar de todos mis intentos por huir de ella.
Porque cada vez que lograba obtener la fuerza necesaria para tomar mis maletas y solo irme, una jugada fríamente calculada de su parte me desbarataba el alma en donde siempre me tropezaba con el hombre encantador y delicado del que me había enamorado.
El cual me pedía disculpas de rodillas por lo sucedido y me prometía que todo lo que hacía era por lo loco de amor que estaba por mí, y aunque en mi interior sabía que con el paso de los años, sus palabras eran cada vez más vacías y sus colmillos se volvían cada vez más afilados, la verdad es que siempre volvía a caer ya que al final del día era el único concepto de amor que conocía.
El de esforzarme hasta la extenuación para que alguien llegase a notar mi existencia ya que lo único que conocía era convertir a las personas en mi templo y sacrificar hasta mi voz solo para recibir una ínfima parte de cariño, lo cual ya era mucho más del nulo amor que había recibido durante mi vida.
Pero incluso con esos vacíos que dejaban que las palabras de esos falsos profetas resonaran como declaraciones de amor, en mi interior era más que consciente de los límites que existían en esa definición retorcida de lo que era ser amada.
Es por esto que estaba más que segura de que si la primera señal hubiese sido una agresión directa como un golpe, un grito o algún insulto, muy probablemente la hubiese detenido porque tenía años de experiencia sobre lo que era el maltrato después de sobrevivir por dieciocho años en ese universo donde con lo único que había coexistido había sido con gritos y moretones diarios que se marcaban en cada rincón de mi piel recordándome que ni siquiera merecía nacer.
Era una experta en ese universo que no elegí pero que definió toda mi infancia y adolescencia donde siempre repudié a mi madre por no solo ser víctima de violencia por parte de sus parejas, sino que además la odiaba con todo mi ser por perpetuar ese patrón conmigo, al desquitarse conmigo por lo mala que era su vida porque a su parecer yo era la fuente de todos sus problemas.
Así que tenía los años de experiencia suficientes como para reconocer lo que era estar con una persona violenta e inestable pero lo que yo no sabía hasta caer en las redes del cirujano es que a veces las personas de esa calaña ocultan todo lo que son hasta que te tienen entre sus manos.
Y es así cómo el Pablo con el que comencé a vivir estaba muy lejos de la imagen mental que tenía sobre este tipo de personas, ya que él jamás se emborrachaba hasta perder la conciencia, ni consumía drogas, ni tampoco me gritaba ni mucho menos se enojaba conmigo sin motivo alguno.
El Pablo que yo conocí era más bien paciente y cariñoso donde desde el principio de nuestra relación siempre me repitió que era lo único que tenía en su vida y por ello su misión era que fuese la mujer más especial del mundo haciendo todo lo posible no solo para que me sintiera amada sino que además sus esfuerzos siempre estaban dirigidos a que por primera vez en mi vida me sintiese segura y parte de un lugar y ese lugar era solo a su lado ya que él no era de las personas que le gustase compartirme con nadie más.
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¿Dónde van las hojas secas que el invierno nos dejó?
RomancePaula Faurré y Marta Flores no podían ser más distintas entre sí por lo que lo más esperable en sus vidas era que jamás llegaran a siquiera coincidir en el mismo espacio-tiempo. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, sucedió. No una ni dos sino...