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E N N I K

—¿Por qué carajos me hablas?

Y si, yo era la personificación de la dulzura.

Sus labios se estiraron en una sonrisa torcida y metió las manos en los bolsillos de su abrigo azul.

—¿Está prohibido?

—No contestes mi pregunta con otra.

—Es mi cumpleaños, y me llevo bien con todos mis invitados. Así que vine a intentar aplicar lo mismo contigo.

—Si esperas una felicitación de mi parte...

—Joder, ¿por qué tan a la defensiva?

«Porque me gustas»

—No es asunto tuyo.

Nos quedamos en silencio con la música de fondo. Me terminé el cigarrillo y apoyé los antebrazos en la barandilla que rodeaba el patio trasero.

—¿De verdad que no me vas a dar uno? ¿Tan tacaña eres?

Lo miré mal.

—Que es un simple cigarro, tía.

Enarqué una ceja. ¿Pero quién se creía éste al hablarme de esa manera?

Solté un suspiro y le tiré uno, él lo atrapó al vuelo.

—¿Y con qué lo enciendo?

—Molestas mucho, ¿sabes?

Sonrió. Le lancé el encendedor y le dio una calada.

—¿Hace cuanto que fumas?

—Casi nunca lo hago y mucho menos delante de la gente, no me gusta. ¿Y tú qué?

—De vez en cuando. Me relaja.

Dex era extremadamente guapo. Cualquiera podía llegar a esa conclusión con solo verlo de refilón. Era de piel pálida, ojos azules como el mar, un corto cabello rubio y de mejillas rosaditas. No era tan alto, a penas le llegaba por la nariz.

—Sabes, me costó un huevo venir y hablarte.

Alcé una ceja.

—Eres muy...—busca la palabra—...apagada.

—Vaya, gracias. No me había dado cuenta.

—Me gusta tu sarcasmo.

—Y a mí me gusta estar sola.

Alzó las manos con una sonrisa.

—Vale, he pillado la indirecta. Por hoy, te dejo.

Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse y una guerra se desató en mi interior.

—Me enteré que hablas de mí.

Se detuvo y giró sobre sus talones.

—Es verdad.

Mi estúpido corazón comenzó a bombear sangre con rapidez.

—¿Y eso es bueno o malo?

—Jamás hablaría mal de una mujer, así que puedes responder la pregunta tú misma.

—¿Y por qué soy un tema interesante de hablar para el capitán de baloncesto?

—Me resultas interesante.

—Interesante —repetí.

—Si. La manera en que te desenvuelves, como si los demás no te importasemos.

—Es que simplemente no me importan.

—Y eso me gusta. Que mires por tu propio ombligo.

—Suenas como si yo no tuviera corazón —saqué otro cigarrillo y le lancé uno.

Double (Esta es mi forma de amar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora