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E N N I K

Han pasado semanas desde aquel día en el salón de arte. No me he vuelto a cruzar con el chico de las gafas, aunque he buscado de él hasta por debajo de la tierra, y no hallé nada. Ya me estaba rindiendo, y yo no era así.

Con las rodillas flexionadas, me muevo por el pavimento de las calles de Beverly Hills. El sol está radiante en el cielo azul y acomodo la capucha del abrigo en mi cabeza. "Parents" se escucha por los audífonos y sigo avanzando sobre los patines. Benjamín me había llamado esta mañana y me había dicho que debía reunirme con él en la plaza cercana, que queda a unas siete calles.

Hacía mucho tiempo que no iba sobre ruedas, extrañaba esta sensación. Odiaba el calor y el sol tan potente. Odiaba casi todo lo que las personas disfrutaban.

Cuando estoy llegando, doblo en la esquina y a lo lejos se puede contemplar la plaza llena de árboles y bancos. Ernesto es el primero que me ve llegar y me saluda, le devuelvo el gesto con un leve agitamiento de mano. Benjamín está a su lado en un banco, hablándole. Me quito los audífonos.

Piso el pavimento de la plaza y paro frente a ellos. Benjamín por fin me ve y se pone de pie enseguida, yendo hacía mí con los brazos abiertos. Me envuelve y alzo los brazos a los costados de su cuerpo, un poco incómoda con el abrazo.

—Espacio personal —le susurro cerca del oído.

Él me estruja contra su delgado cuerpo, ignorándome. Resoplo, rendida.

—Venga, que llevo semanas sin abrazarte —se queja.

—No me gustan los abrazos.

—Lo sé, pero no importa, soy tu mejor amigo.

Niego con la cabeza.

Cuando me suelta, vuelve a sentarse junto a su novio. Me hago a un lado de ellos y me quito los patines y las rodilleras, saco de la mochila unos zapatos y me los pongo.

—Y bien, ¿para qué es esta reunión?

—Espera, todavía falta...—Ernesto no pudo terminar la oración.

—Espero haber llegado a tiempo.

Me tenso. Hacía semanas que no escuchaba su voz, a propósito, porque lo estaba evitando desde entonces. Intento no mirarlo pero su mirada azulada me taladra la cabeza. Observo a mi mejor amigo sin disimulo, y el muy desgraciado me ignora, silbando. Ernesto toma la palabra:

—Ya que estamos reunidos, todos sabemos que mañana comienzan las vacaciones de invierno, finalmente, Benjamín y yo teníamos planeado pasarlas juntos, los cuatro.

—Mi padre se ha ido a Alemania con su nueva familia y, como nunca fue un ejemplo a seguir me ofreció pasarme estas vacaciones allá.

Alemania. Vaya. Nunca lo he visitado y mucho menos ahora que Félix vive allá con su novia, mi mejor amiga. Ir allá es igual a verlos, y lo que menos quiero es eso, no quiero rememorar cosas del pasado que ya están enterradas. No quiero abrir la herida.
Benjamín se da cuenta de inmediato, a veces me preocupa lo mucho que mi mejor amigo me conoce.

—Será una bonita experiencia. Y no te preocupes por ellos, seguramente no cruzaremos caminos.

—¿Y dónde nos quedaremos? Porque, sinceramente, no pienso compartir techo con tu padre.

—No te preocupes por eso, yo tampoco quiero. Todo está pago, el vuelo, el alquiler de las suites, y la comida. Debería aprovecharme de la situación y sacarle hasta el último peso.

—Cierto, si nunca fue un buen padre y te dejó como regalo unos horribles traumas.

—¿Cuándo iremos? —Dex se atrevió a preguntar por primera vez.

Double (Esta es mi forma de amar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora