E N N I K
He perdido la cuenta del tiempo en el que he estado aquí.
Salí del hotel hace un buen rato, ya ha caído la tarde y no he comido nada en todo el día, pero estoy acostumbrada. He pasado más de veinticuatro horas sin alimentarme. Uno de los trabajadores del hotel me ha mirado mal por cuarta vez consecutiva. Le he pedido un cigarro a cada hora, una vez lo escuché maldecir y le saqué el dedo de en medio.
Consumo la nicotina en silencio, sentada en un banco a unos metros del hotel. El viento frío me golpea la cara y maldigo no haber cogido un abrigo y dinero. A veces odiaba ser muy impulsiva.
La discusión con Benjamín se repite en mi cabeza una y otra vez. Y tiene toda la jodida razón, pero él siempre ha estado a mi lado en todo momento y ha vivido los malos y los peores. Y él sabe lo jodidamente rota que estaba, desde hace años. Me enguajo las lágrimas. Nunca he sido débil, pero cuando se trata de alguien cercano, era un maldito pancake.
—La vida es jodida, ¿eh?
Volteo a la dirección de esa voz. Es una señora sentada en el banco de al lado. Tiene el pelo castaño por debajo de los hombros y con flequillo y usa unos lentes transparentes. Debe rondar los cincuenta, es muy atractiva y pálida. Parece relajada, como ese tipo de personas despreocupadas por la vida. Que envidia.
—Supongo.
—Sabes, así me sentía a tu edad —vi que tenía una bolsa en el regazo y sacaba trozitos de donut y se lo llevaba a la boca, despacio—. Pérdida, confusa y muy frustrada.
—¿Y cómo consiguió ese aspecto?
—Yendo con un terapeuta, obviamente —se encogió de hombros—. Pero no con cualquiera, chica. No todos son buenos.
—Pues al que yo iba era una mierda —bufé.
—Pero no solo eran las consultas con él, no. Tuve que poner de mi parte. Me alejé de personas que me hacían daño o no aportaban nada bueno a mi vida. Incluso me alejé de familiares. Me enfoqué en mí, me tomé mi tiempo a solas. Cambié mi rutina, probé cosas nuevas y descubrí un montón. Pero sobre todo, me permití llorar, gritar, exprimir todo el dolor y sacarlo. Tardé años, chica, fue un proceso muy difícil pero valió la pena.
—Perdió años de su vida.
—Nunca pierdes tiempo cuando lo dedicas a tu propio cuidado. Si al final, nos preocupamos más por los demás, eso sí es una perdida de tiempo y más en personas que no lo merecen —se termina el donut—. La vida es una cadena interminable de sucesos, tanto buenos como malos. Y siempre recuerda que aunque veas la superficie muy lejos es cuando más debes nadar.
Asentí, entendiendo sus palabras.
—Así que, debes sanar esas heridas, por más profundas que sean. Nunca es tarde.
—¿Va a doler?
—Muchísimo. Te romperá el alma y el corazón, pero renacerás de las cenizas.
La piel se me erizó tras la última frase.
—Gracias. ¿Cuál es su nombre?
Ella se pone de pie y se limpia el polvo de su vestido verde con la bolsita en mano. Sus ojos cafés no se despegan de los míos.
—Nora.
Asiento con la cabeza, agradecida por las palabras que compartió conmigo. Ella suelta un suspiro.
—Tengo que regresar a casa, mi esposa me espera. No tener a mis hijos a mi lado se siente extraño.
—¿Por qué? ¿Qué les ha pasado?
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Double (Esta es mi forma de amar)
General FictionBajo la luz de la luna llena, ella salía a cazar, sin consumir su medicación. Así ha sido toda su vida, desde los seis años, perdía el control y lo tomaba una identidad mucho más cruel, más poderoso y sanguinaria, y al día siguiente no se acordaba q...