Siete: Plan listo

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-¡Mierda, Tom! !agh! ¡ve más lento!

-Cállate, v-van escucharnos.

-¡Pero estoy diciéndote que pases más lento esa cosa! duele demasiado.

-Sí, lo siento, fui algo brusco. -el de rastas se disculpó por su actitud y cambió el algodón por otro colocándole el agua oxigenada para luego volver a pasarlo por mejilla del pelinegro. -Siento no haber llegado antes, pudimos evitar esto.

-No te disculpes. Hubiera sido peor que nadie llegara. -respondió Bill esbozando una leve sonrisa. Gracias, Tom.

-No fue nada, estabas en peligro, tenía que hacer algo. -añadió y le devolvió la sonrisa mientras colocaba una bandita en zona de su mejilla donde el pelinegro tenía aquella cortada.

Ambos se encontraban en casa de Tom. Más específicamente sentados en su cama. Luego del incidente con aquel hombre, Tom se ofreció a llevar a Bill a su casa para curarlo ya que además de que quería curarle su herida también se lo debía por lo sucedido el lunes cuando él estuvo en una situación parecida.

En cuanto a Bill, en su mente estaba teniendo un gran conflicto con sus pensamientos. Su plan no estaba saliendo acorde a lo que había planeado y su única condición estaba a nada de no ser respetada.

No involucrarse.

Nunca había pensado que Tom sería una persona tan amable y atenta.

Bill nunca había recibido cuidados, cariños, atención, y todas esas cosas que se supone que una familia debe otorgar al niño desde el primer momento.

Bill nunca lo recibió y ahora Tom estaba otorgándoselo.

Se sentía completamente irreal recibir tantas cosas luego de todo lo que pasó de niño.

Y era por esas razones que un sentimiento hacia el de rastas estaba creciendo.

Se negaba a aceptar que le había tomado cariño a Tom y ahora que lo había ayudado en una situación donde pudo haber muerto sentía la necesidad de estar todo el tiempo con él.

¿Debía dejarse llevar?

¿Debía dejarse llevar como el mayor también lo estaba haciendo?

Bill se inclinó levemente y de a poco fue apoyándose en el pecho del de rastas quien al notar esto sintió un revoloteo en su estómago. Bueno, ambos lo sintieron.

Sin embargo no supo cómo reaccionar ante eso. Se había acostumbrado a las actitudes atrevidas del pelinegro y ahora ese comportamiento se le hacía inusual.

-¿Qué? -dijo viendo como el pelinegro lo miraba con sus profundos orbes directo a los suyos.

-Cállate y abrázame, tonto. -pidió y ambos rieron ante aquel comentario.

Tom obedeció y abrazó al de ojos marrones con delicadeza pasando sus manos por su delicado cabello sintiendo aquella suavidad que tanto lo caracterizaba.

De los labios de Bill salió un suspiro de tranquilidad ante aquel tacto y cerró sus ojos por unos momentos disfrutando de la calidez que Tom le otorgaba con un simple abrazo.

-Nunca recibí abrazos. -soltó el pelinegro sin despegarse del Tom.

-¿Nunca? -Tom agregó sorprendido y enredó uno de sus dedos en los mechones de Bill.

-Nunca. -afirmó.

-¿Puedo preguntar por qué?

-Ya lo hiciste así que tendré que decirte. -tomó aire y suspiró. -Mi madre siempre que me sucedía algo intentaba abrazarme pero mi padre se lo negaba con la excusa de que debía ser un hombre y nunca llorar.

𝙍𝙚𝙡𝙞𝙜𝙞𝙤𝙪𝙨 𝙗𝙤𝙮✞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora