Diez: Casita del árbol

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(Advertencia: este capítulo tendrá escenas que pueden llegar a ser fuertes. Lee bajo tu propio riesgo. Y sobre todo no romanticen)

Bill llevaba dos meses siguiendo a Heidi.

Para su suerte, pero no para la de Heidi, esta iba a su mismo instituto y en tan solo dos días pudo averiguar sus amistades, que a veces tenían clases juntos, y a dónde solía ir los viernes a la salida de la escuela con sus amigas.

Se encargó también de correr distintos rumores sobre Klum por toda la institución para bajar la reputación de la muchacha y que de esta forma afectara en su estabilidad emocional para que ella sola comenzara a decaer. Todo esto porque en su plan, la desaparición de Heidi debía parecer que fue por su cuenta y no que hubo alguien involucrado.

Así fue como de a poco, Heidi quedó sin amigos, tomó actitudes agresivas, sus notas bajaron y muy pronto dejó de ser el orgullo de varios profesores en la institución.

Llegó un punto en el que Bill estuvo a nada de detenerse con su plan ya que le pareció muy cruel hacer eso con la jóven, por lo que estaba decidido a desmentir todos esos sucesos y culparse a si mismo.

Pero una situación especifica lo hizo cambiar por completo de parecer.

Miércoles, 15:30 pm.

Bill paseaba por el parque esta vez solo. Tom le había dicho que no podría salir con él ya que debía quedarse estudiando para el examen del jueves.

Pero vaya sorpresa que se llevó cuando caminaba entre la naturaleza de aquella plaza a tan solo unos metros pudo divisar como su amado y esa odiosa chica estaban juntos charlando sentados en un banco.

Se sintió traicionado, ¿Acaso Tom no estaría estudiando?

Quizás fue algo de último momento, debía confiar en él.

Se acercó con lentitud ocultándose en uno de los árboles y pudo escuchar claramente la conversación que habían mantenido.

-Gracias por el helado, Tommy, está delicioso.

-Me alegra que te guste, Heidi, no fue nada.

-Este día ha sido hermoso, me la pasé increíble contigo, eres el único que se queda conmigo a pesar de todo lo que dicen por ahí de mi

-Yo también, eres una gran amiga, siempre te creeré a tí.

Bill vio como la muchacha ponía su mano en el muslo del de rastas y este intentaba apartarse pero la cercanía de la muchacha lo ponía nervioso.

-¿Eso es lo qué soy, Tom? ¿Una amiga?

-Si, claro, ¿Qué serías sino?

-Veamos si después de esto sigo siendo tu amiga.

El pelinegro estuvo a nada de perder la cordura al ver como Heidi unía sus labios con los de su Tom. Pero debía conservar esa cordura para lo que se vendría después.

Oh, claro que no seguirás siendo su amiga, cariño.

Comentó en sus adentros y pudo ver ahora como Tom la apartaba para acto seguido retirarse del lugar casi corriendo mientras Heidi le insistía que volviera.

Ahora si que vas a sufrir, bonita.

No permitiría que eso volviera a suceder, no dejaría que Heidi se le acercara a su amado nunca más. Debía borrarla de las vidas de todos.

Hoy era jueves santo, había pasado un día desde lo sucedido y Bill no esperaría más para realizar sus siguientes movimientos.

Se encontraba dirigiéndose a su hogar luego de que sus clases hubieran finalizado cuando a unos pasos, la jóven de catorce años también iba a su casa, esta vez sin sus amigas como antes ocurría. Ahora iba sola.

𝙍𝙚𝙡𝙞𝙜𝙞𝙤𝙪𝙨 𝙗𝙤𝙮✞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora