II

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He echo cosas de las cuales me arrepiento, pero que quiero volver a hacer.

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Cautela

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Pese a ser de madrugada, Ally se vio obligada a salir y fumar un cigarrillo. Y otro. Y otro. Habían al menos diez a sus pies. La pesadilla que había tenido fue brutal, mucho más que otras veces.

Rosa y Riya la observaban preocupadas. En realidad, había despertado a toda la cabaña con sus gritos en mitad de la noche, pero solo ellas dos seguían despiertas.

Dio una última calada a su cigarrillo actual, que se consumió y tiró junto al montón que había consumido en la última media hora. Se sacó otro, pero la ágil mano de Rosa la detuvo.

-Ya es suficiente.

-Déjame.

Riya también actuó, quitándole el encendedor de su otra mano. Ally suspiró, zafándose del agarre de Rosa. Se metió ambas manos en su bolsillo de la chaqueta.

-¿Por qué intentan impedir que fume? No es de su incumbencia.

-Primero- Rosa levantó un dedo-, si lo es. Si tu rendimiento baja, perjudicas a todo el equipo- y a la alianza, aunque eso no lo dijo-. Segundo, nos preocupas. Te despiertas gritando que "la deje en paz" ¡y luego sales y comienzas a fumar como una desquiciada!

-Tuve una pesadilla, nada fuera de lo ordinario. Casi todas las noches me despierto en plena madrugada. Esta vez... esta vez fue peor, pero es todo. Nada de lo que preocuparse.

Rosa y Riya se miraron entre sí. Parecían tener una especie de conversación visual, invisible, mental. Una de la que Ally no formaba parte, pero se daba cuenta. Suspiró, mirando a sus aliadas.

-Vayan a dormir. Mañana será un día largo.

-¿Como estás tan segura?

-Solo... solo lo se y ya. Yo no creo poder dormir nuevamente. Aun estoy asustada- le avergonzada admitir eso último, pero era la verdad. Estaba asustada. No quería volver a revivir esos momentos. Ese momento. Casi todas sus pesadillas iban dirigidas a la muerte de Lake.

>>No se preocupen. Estoy acostumbrada a pasar la noche en vela.

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Mientras Gabby miraba el gran catálogo de mantas que trajeron nuevas al supermercado, Ellie se concentró en otra cosa. Había muchísimos cuchillos, de los cuales todos parecían tener un buen filo. Tocó el metal de uno, recordando haber echo eso incontables veces el último año. Para adaptarse, para recuperarse, pero sobre todo, para entrenar.

Decidió agarrar unos: no eran grandes. De echo, parecían hasta inofensivos. Pero era lo que Izzy les había encargado. Cuchillos lo suficientemente grandes para ser peligrosos, pero no tanto. Eso último no lo explicó.

Puso los cuchillos en el carrito (había al menos una docena de mantas) y se dirigió a la caja. Su sorpresa fue grande cuando se encontró con alguien conocida. Miraba las distintas prendas de vestir que pudieran adaptarse a ella.

Sombras de lo que Fue (OU #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora