III

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Él me controla. Él me ordena. Y yo obedezco.

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Temor

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Ally se derrumbó en el suelo tras los arbustos. Respiraba agitada, al borde de un ataque de ansiedad. Cerró los ojos. ¿Se había pasado toda la votación sin respirar? Porque daba esa misma impresión. Intentó tranquilizarse, volver a respirar normalmente, pero se le dificultó. Nada de eso importaba ahora. Hunter estaba a salvo un desafío más. Y el próximo sería la doble eliminación.

Pero todo lo que importaba era que Hunter aún podía destacar en el juego. ¿Por qué quería que sobreviviera, de todos modos? No es como si fueran a hablar, o a salir, o siquiera a hacer amigos. Pero no era solo por él. Entreabrió los ojos, viendo como Tess también parecía algo aliviada. Por supuesto, ya se está enamorando pensó con algo de celos.

Y recordó el besatón. El próximo desafío. Pocas cosas iban a cambiar durante ese desafío. Estaba Karol y no Connor. Pero de resto, era posible que no hubieran tantos cambios. Aún así, era el primer desafío que temía por su permanencia. Se había ganado la enemistad de Karol y Yul tan solo durante la primer noche. Una buena racha, por suerte.

Necesitaba más aliados. Y por suerte, tenía a la persona indicada para ello.

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El cuchillo pasó lenta y dolorosamente por su muñeca. La sangre corrió, viscosa y espesa, oscura por el metal que quemaba, cortaba, rasgaba la delicada piel de Ally, que cada vez más parecía amoldarse a sus huesos en vez de rodear sus músculos.

Chilló de dolor. Era la primera vez que hacía esto. Apoyada contra una pared, la cabeza inclinada hacia arriba, las lágrimas asomando por sus ojos y respirando agitadamente. Se detuvo unos instantes, como para asimilar lo que estaba haciendo. Para estar segura de querer continuar.

Apretó los dientes, cerró los ojos y rasgó. El cuchillo chorreaba sangre, que manchó rápidamente la superficie del suelo alfombrado. Con una renovada determinación, volvió a hacerse otro corte. Y otro. Y otro. Lo suficiente para sentir el dolor físico e ignorar el dolor mental.

Pero no lo suficiente para morir.

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Rosa María sabía que Ally ocultaba algo. "Ojo de loca no se equivoca" decía ella, pero de verdad lo presentía. Cuando regresó, sus ojos mostraban mas ojeras y estaban más cansados que de costumbre. Sacó otro cigarrillo de su bolsillo y salió de la cabaña tan pronto había regresado.

Frunciendo el ceño, Rosa la siguió. Riya había caído dormida hacía mucho. Todos dormía, de echo. Salvo ellas dos. La fumadora misteriosa y la madre adolescente. Cuando llegó con ella, Rosa vio un cigarrillo en el suelo. ¿Ya? se preguntó asombrada.

—Empecé a fumar hace algunos años— Ally parecía haberse percatado de su presencia—. Recuerdo que el primero fue horrible, el segundo más digerible. El tercero fue una tormenta de placer absoluto- le dio otra calada a su cigarrillo—. Fue cuando murió mi abuelo. Todas las noches me despertaba con fuertes pesadillas y yo no sabía que hacer.

Sombras de lo que Fue (OU #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora