0.7

25 4 0
                                    

En su regazo, un cuaderno de dibujos y una pequeña caja de lápices. Con cada trazo, intentaba capturar la belleza del lugar. Mientras trazaba una línea delicada, una risa familiar lo sacó de su ensueño. Al levantar la vista, vio a Miokk acercándose con su vestido colorido ondeando con la brisa.

─ ¡Hola Jake! ─ sonrió ─ ¿Qué te trae a este rincón del mundo? ¿Otro de tus intentos de convertirte en un gran artista?

Jake sonrió.

─ Solo estoy dibujando. Necesitaba un descanso de… todo lo demás ─ respondió con su voz un poco más suave.

─ Ah, el temido "todo lo demás ─ dijo sentándose sobre el césped ─ siempre tan pesado. ¿Por qué no dejas que el bosque se lleve esas preocupaciones? Aquí, puedes ser tú mismo.

Jake suspiró, sintiéndose comprendido. Había discutido con su padre nuevamente, y la presión de las expectativas pesaba sobre él.

─ A veces es difícil. Mi padre quiere que sea alguien que no soy ─ confesó mirando al suelo.

─ No dejes que eso te defina ─ Jake alzó su vista encontrándose con los ojos de Miokk ─ tienes un talento increíble, y no hay razón para que lo escondas. ¡La música y el arte son tan valiosos como cualquier cosa!

─ Gracias Miokk. A veces, olvido que hay más en la vida que cumplir con las expectativas.

─ Hagamos algo divertido ─ dijo la chica.

Mientras caminaban por el bosque, Jake y Miokk se detuvieron frente a un arroyo que serpenteaba entre las piedras, se sentaron en la hierba fresca, rodeados de flores silvestres.

─ Sabes ─ Jake giró su cabeza en dirección a Miokk ─ He escuchado que las hadas a veces juegan en este bosque. Tal vez deberíamos dejarles un pequeño regalo para que nos ayuden en nuestra búsqueda de tesoros.

Jake arqueó una ceja, divertido.

─ ¿Regalos para las hadas? ¿Qué sugieres? ¿Un dibujo de nosotros? ¿O tal vez un poco de mi lunch?

La chica soltó una carcajada.

─ ¡Tu lunch sería un gran sacrificio! Pero creo que deberíamos ser más creativos. ¿Qué tal si les dejamos un pequeño altar? Un montón de hojas, flores y quizás un trozo de chocolate. Las hadas son conocidas por su amor a lo dulce.

─ Y si se lo comen y no nos dejan nada a cambio? ─ bromeó Jake, con una sonrisa ─ ¡eso sería un trato terrible!

─ Tal vez deberíamos incluir un aviso. “Queridas hadas, si se llevan nuestro chocolate, por favor, devuélvanos el favor”.

Jake sintió una oleada de felicidad. La conexión que tenía con Miokk lo hacía sentir libre, como si pudiera ser auténtico sin juicios. La tarde se llenó de risas, de ideas locas sobre hadas y duendes, y de un sentido renovado de amistad.Jake sintió que, a pesar de las preocupaciones que lo rodeaban, había encontrado un refugio en la compañía de la chica.

Cisne Blanco|Shim Jake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora