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De camino a casa, estaban presentes en el auto, además del conductor, Jennie, Lisa y el incómodo silencio entre ellas. Lisa iba a dormir a la casa de Jennie y desde que recogió a su novia de su habitación para ir juntas al estacionamiento de la escuela, Lisa no ha dicho mucho como siempre.

- Cariño, ¿realmente estás bien? - preguntó Jennie preocupada ante la loca seriedad en el rostro de su novia.

- Sí, lo estoy, amor, sólo que estoy cansada y hambrienta. - Su voz casi sale temblorosa. - Exageré un poco con el baile de hoy.

- Oh mi bebé, sabes que es necesario tomar algunos descansos... - Dijo Jennie, acariciando el cabello oscuro de Lisa. - Incluso si eres una máquina. - Bromeó. - Yo también tengo hambre, en cuanto lleguemos a casa iremos directos a la mesa.

Lisa, como cualquiera, odia las mentiras y en este momento su conciencia la golpea sin piedad. Odia la idea de mentir o ocultarle algo a Jennie. Su padre siempre te enseñó que mentir está mal y es feo, y realmente es feo, pero, aparte de algunos casos, las mentiras son esenciales.

Simplemente resulta que a ella no le hubiera gustado terminar donde terminó. Si hubiera imaginado que estaría involucrada en un plan tan absurdo, nunca habría entrado al vestuario de mujeres en un momento así.

La locura de la escena en aquel vestuario todavía está fresca en su mente.

A Lisa le encanta bailar y muchas veces los viernes le gusta quedarse después de clase para disfrutar del salón de práctica solo para ella, o con su novia, que son los momentos que más le gustan, pues siempre convence a Jennie para que baile con ella, en algunos momentos animados. canciones, y otras lentas, que les hacen entrar en su pequeño mundo.

Este viernes no fue diferente, solo su novia se quedó para empacar sus cosas y las de ella para irse a casa tan pronto como Lisa terminara.

Y cuando Lisa decidió que ya era suficiente por el día, agarró su bolsa de entrenamiento y su botella de agua, apagó el aire acondicionado, apagó las luces de la sala y se retiró en busca de una agradable ducha. Como el vestuario estaba más cerca que su habitación, optó por ducharse allí.

Al entrar, Lisa pudo escuchar el sonido de una de las duchas al abrirse, señal de que había una chica duchándose en uno de los cubículos. Ignorándolo, caminó hacia el fregadero para sacar lo que necesitaría de su mochila. Fue entonces cuando vio algo muy Ilamativo y curioso, que recogió con valentía sin importarle si el dueño se quejaría o no.

Era una peluca. Y eso no era todo, debajo había un chaleco de tela usado para el entrenamiento de los jugadores y Botines sucios alineados en el piso. Todo esto era muy extraño, y la única respuesta plausible que le vino a la cabeza fue que había un chico calvo cachondo en el vestuario de chicas.

Distraída por la peluca, Lisa no escuchó el sonido de la ducha apagandose. Al vislumbrar, cambió la dirección de sus ojos hacia el espejo y desde allí, rápidamente se volvió hacia la persona que vio que estaba detrás de ella.

Una chica con largos mechones rubios, envuelta en una toalla, con la cara de Jimin estampada en su rostro. Lisa miró entre la peluca y la niña, y sus ojos apenas no se salieron de lugar.

- ¡ OH MI SANTA KIM JISOO! ¿¡JIMIN ES MUJER!? - Lisa prácticamente gritó.

- ¡Puedo explicarlo! - Fue lo primero que dijo la niña.

- ¿TU ERES UNA CHICA?

¡Por favor no grites más! Te lo explicaré todo. - suplicó Rosé.

- No creo que ya vi mucho, te vi, eres un chico, vi, vi... ¿Seulgi lo sabía? ¿Eres un chico trans? ¿Una chica trans? no binario? ¿¿QUE ERES TU??

She is the man - Chaesoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora