Capítulo 01

487 62 17
                                    

Yoongi


Era un soldado leal.

Ser Ejecutor para la Organización de Busan había sido una cuestión de orgullo. Que disfrutara rompiendo huesos y mi tarea me permitiera hacerlo había sido una ventaja adicional. Era bueno en eso. Lo disfrutaba.

Lo que no disfrutaba era escuchar la charla tonta de un adolescente.

Desafortunadamente, mis talentos brutales llevaron a mi Capo a pedirme que me convirtiera en el guardia personal de su hijo.

Jugar a la niñera guardaespaldas de su engendro mayor nunca había sido mi idea de servir a la causa.

-No puedes decir que no -había argumentado mi padre, con los ojos muy abiertos por la alarma cuando le dije que estaba considerando hacerlo.

-No soy como tú, papá. No tengo la paciencia para rondar junto a un muchacho malcriado y escuchar sus quejas interminables con sus amigos. Soy un soldado, no una niñera.

-No puedes decirle que no a tu Capo. Es un honor.

Negué con la cabeza.

-Quiero trabajar con mis manos. Quiero romper huesos. Quiero destruir a nuestros enemigos.

-Deberías reconsiderar tu decisión -dijo implorante-. Si tu Capo te pide que te conviertas en el guardaespaldas de su hijo, solo hay una respuesta viable, Yoongi, y es sí.

No tenía absolutamente ninguna intención de reconsiderar mi decisión, o decir que sí, sin importar lo que dijera papá. Seokjin y yo éramos un buen equipo.

Habíamos estado trabajando juntos como Ejecutores durante años y, sin embargo, nunca se volvió aburrido. ¿Por qué renunciaría a eso por un trabajo que sin duda despreciaría?

Me mantendría firme, sin importar lo que dijera Dokwon, y seguiría siendo Ejecutor.

....

-¿Por qué no vienes a nuestra casa para decirme tu decisión? -había dicho Dokwon durante nuestra llamada breve-. Cinco en punto.

Colgó antes de que pudiera decirle mi respuesta por teléfono. Suspirando, me resigné a una reunión jodidamente incómoda con mi Capo.
Dokwon tenía facilidad de palabra además de una astucia sutil que hacía que la gente hiciera lo que él quería.

Llamé al timbre y miré hacia mi Camaro negro de 1969, con la esperanza de volver a estar dentro de él muy pronto, corriendo por las calles de Busan. Este tipo de compromisos sociales eran la ruina de mi jodida existencia y normalmente los evitaba.

No fue Dokwon quien abrió la puerta, ni una criada. Frente a mí, con una sofisticada sonrisa educada, estaba Park Hyewon. Era alta, con largo cabello castaño y ojos verdes que te atrapaban como un gato atrapa a un ratón. Que ella pudiera hacerme sentir como una de estas pequeñas bolas de pelusa de alimañas me hizo aún más cauteloso para trabajar en su hogar.

Le di un asentimiento y una sonrisa educada a cambio.

-Tu esposo me pidió que viniera.

-Oh, lo sé -dijo-. Pensé que sería una gran idea que conocieras de inmediato a nuestro hijo. ¿Por qué esperar?

Me aclaré la garganta, a punto de decir lo que había venido a decir aquí, cuando Dokwon apareció detrás de Hyewon y le puso una mano en el hombro.

-Yoongi -dijo con un asentimiento breve.

-Me alegro de que Jimin tenga un guardaespaldas tan capaz a su lado - dijo Hyewon, sin perder el ritmo, dándome la sonrisa de una mujer que tenía una forma sutil de conseguir su voluntad, y al verlo supe exactamente por qué.

The price of redemption Donde viven las historias. Descúbrelo ahora