El eco de los pasos de los niños que abandonaban la sala resonó por el aire, cargado de una tensión insoportable. Arlecchino quedó frente a Columbina, quien se recostaba ligeramente en el sofá, cruzando las piernas con elegancia y una sonrisa que desbordaba picardía. Sus ojos, brillantes y seductores, recorrían a Arlecchino de arriba abajo, como si quisiera recordar cada detalle.
Por su parte, Arlecchino permanecía erguida, con los brazos cruzados sobre el pecho, rígida. Su mirada, seria y penetrante, no se apartaba de Columbina. Los recuerdos del reciente enfrentamiento con Furina seguían latiendo en su mente, enredando aún más sus pensamientos. No tenía cabeza para un encuentro como ese.
Columbina, siempre la misma, hizo un leve ademán con la mano, una caricia en el aire que parecía ir directamente hacia Arlecchino.
-Te ves igual que siempre. - susurró con un tono meloso, ladeando ligeramente la cabeza, con una sonrisa que parecía ocultar más de lo que mostraba.
Arlecchino no se dejó arrastrar por la provocación. Apretó los labios, ignorando el cumplido. Cada músculo de su cuerpo irradiaba frialdad y control.
-¿Qué haces aquí, Columbina? - su voz, cortante y firme, atravesó el aire.
Columbina se recostó aún más en el sofá, dejando que su brazo descansara sobre el respaldo mientras jugueteaba distraídamente con un mechón de su cabello. Sus ojos nunca se apartaron de los de Arlecchino, llenos de una confianza que rozaba la insolencia.
- Si fuera por mí... habría venido solo para verte, para tener otra oportunidad. - dijo, con una sonrisa ladeada y un susurro que parecía destinado a acercarse a los oídos de Arlecchino. - Pero... no es así. -De repente, su tono se volvió algo más serio, aunque sus gestos seguían siendo calculadamente suaves. - Me enviaron los Fatui. Quieren que regreses a Snezhnaya. Tienen órdenes claras. Tú y el Títere están siendo observados, y si no vuelven... ya sabes lo que eso significa.Arlecchino, inmutable, mantenía su mirada fija en la de Columbina, como si tratara de encontrar una fisura en su perfecta fachada. Permaneció en silencio unos segundos más, dejando que el peso de la situación cayera por completo sobre ambas. Finalmente, su respuesta llegó, fría y controlada como el filo de una espada.
- No lo haré. - dijo con una firmeza que llenó la sala. - Tengo cosas que hacer en Fontaine. No voy a regresar... no ahora.
Los ojos de Columbina chispearon con un brillo travieso, como si hubiera esperado exactamente esa respuesta. Su sonrisa se ensanchó, y se levantó del sofá de manera lenta y deliberada, deslizando sus dedos por el borde del mueble antes de acercarse a Arlecchino. Su caminar era suave, casi felino, y con cada paso parecía estar midiendo a la mujer frente a ella.
- Sabía que dirías eso. - murmuró, su voz apenas audible.
Cuando estuvo frente a Arlecchino, hizo una pausa, inclinándose ligeramente hacia ella. Arlecchino no retrocedió, pero su expresión se endureció aún más. Columbina levantó una mano, y por un instante, sus dedos parecieron flotar sobre el rostro de Arlecchino antes de finalmente apartarse. Con un gesto inesperadamente suave, Columbina se inclinó y depositó un beso ligero en la mejilla de Arlecchino, sus labios apenas rozando su piel. El gesto, cargado de intenciones, la hizo estremecer, aunque su rostro permanecía tan rígido como siempre.
Sin decir una palabra más, Columbina se apartó lentamente, dándole la espalda y caminando hacia la puerta con la misma calma estudiada con la que había llegado.
- Te echaré de menos o talvez venga a volver a verte. - dijo en un murmullo, justo antes de desaparecer al otro lado de la puerta, dejando a Arlecchino con una mezcla de alivio y desasosiego.
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Salón Solitaire (Arlefuri)
Fanfiction• "Mantén el control de tus emociones. La ira te vuelve impulsiva y la tristeza te hace vacilar. Decir aquello me hace quedar como idiota porque cuando estoy con ella, todo es incontrolable." -Arlecchino Donde Furina recibe constantemente los past...