Salón Solitaire (Arlefuri)

5. Emboscada Cazasombras

¿Por qué Furina se encontraba ahora mismo siendo apresada por la alta en un beso increíblemente largo?

La respuesta no era del todo simple y sus recuerdos empezaban a proyectarse en su mente mientras trataba de no distraerse de los dominantes labios de Arlecchino.

En ese momento, Furina había abandonado su camerino para agradecer al público que pudo presenciar el trabajo del grupo de teatro, ella trataba de dirigir su vista hacia los presentes, sin embargo, estaba fracasando en su cometido ya que inconscientemente desviaba su mirada muchas veces a la dirección de aquella mujer de ojos penetrantes que la observaba cuál presa, una mirada que destacaba su carácter y porte, sobre todo, por la fama que se traía en Fontaine.

Se suponía que debía poner a Furina los pelos de punta, pero no fue así, no ahora, no en su escenario donde ella se caracterizaba por dominar sus dotes en el arte, en lo que la apasiona, en lo único en el que se siente valiente y decidida, así que se dió el gusto de dar por sí misma una mirada desafiante y de suficiencia con claro destinante que se encontraba en el público.

Aquello no pasó desapercibido por Arlecchino, claro que no, ella se dedicaba a degustar de todos los movimientos de la peliblanca, no podía faltarse de los gestos, lucía increíblemente diferente desde su último encuentro y aquella mirada con evidente dedicación que le dirigió hablo por sí mismo, lo que ella quería, lo que creía que Furina quería.

Por nada del mundo iba a desperdiciarlo.

- Niños. - llamó la mayor haciendo que aquel grupo le prestase la suficiente atención entre el bullicio de la gente retirándose del lugar- Me parece que me ocuparé hasta tarde ¿Pueden hacerse cargo de los otro niños en La Hoguera mientras tanto?

- Claro que sí, Padre. -respondió Lyney juntamente con los asentamientos de Freminet y Lynette.

- Me parece perfecto, nos vemos.

Los hermanos se retiraron junto con los demás que estuvieron presentes y Arlecchino se dirigió hacia el vestíbulo afuera del teatro, sentándose en uno de los sofás esperando a que toda la gente terminara por retirarse por completo.

Tardó en vaciarse unos largos minutos, incluso los últimos miembros de teatro ya empezaban a abandonar el lugar, por algún motivo la razón de su espera se estaba tardando más de lo previsto; Cómo si fuera una manifestación segundos después apareció Furina quién se detuvo enfrente de la alta.

- Perdón por la espera.

- No te disculpes, más bien debería ser un privilegio poder conversar con la protagonista de la increíble obra.

Furina rodó los ojos por los juegos de Arlecchino, siempre era de esa manera, desde que la conoció tuvo ese tono serio que a leguas sonaba sarcástico en su voz, ya estaba tan acostumbrada a eso que no quería dar más vueltas a ello, no quería humillarse otra vez.

- ¿Puedes acompañarme detrás de la Opera? Necesito conversar contigo.

Arlecchino solo se llegó a asentir levantándose del sofá siguiendo a la peliblanca la cual se encontraba ya en medio camino.

La alta sólo se limitaba a mirar la figura de la actriz delante de ella, siempre le había agradado su aspecto, entraba en su top del tipo de apariencias a la cual tenía preferencias, tranquilamente podía tener el segundo lugar o incluso el primero.

La divagación mental fue interrumpida al llegar al lugar destinado, lo supo porque Furina se había detenido y volteado a su dirección.

- Quiero hablar sobre nuestro último encuentro.

- Adelante. - Arlecchino se cruzó de brazos y se recostó en la pared detrás de ella observando a la baja.

- Posiblemente malinterpretaste la reacción que tuve al final.