6:00
de la mañana, me levanté para rezar el fajr y arreglarme para poder ir al bachillerato. Ya eran casi las 8:00 de la mañana y pensé que iba tarde, no le di mucha importancia.
Hoy me apeteció vetirme mas arreglada nose porque, pues me puse, un hijab marron clarito y un jersey muy bonito del mismo color que el hijab que vais a ver en la foto que tiene una abertura que se puede ver un body marron tambie, luego de pantalones me pongo unos jeans anchos de color azul y por ultimo para ir "oreo" me pongo las uggs de color marron.
Más tarde vi que eran las 8:05 y las clases ya habían comenzado. Vi al Imran, y para que no me viera correr, tuve que cruzar la calle con la cabeza girada hacia otra dirección para que no me reconociera. Por desgracia, me reconoció y se comenzó a reír de mí, le miré con los ojos en blanco, vi que se acercaba lentamente y me dice...
—¡Salamualikom! ¿Dónde vas con tanta prisa? —me dice entre risas.
—Voy a clase, ¿o es que no lo ves? —le respondo un poco borde, sin detener mi paso, pero sintiendo su mirada fija en mí.
—¿Y no llegas tarde? —pregunta levantando una ceja, con una mezcla de ironía y diversión.
—Pues sí —le digo, deteniéndome finalmente—. Y mientras me estás distrayendo, ya han empezado las clases —añado, cruzándome de brazos con impaciencia.
—No te preocupes, ya te llevo yo —responde con una seguridad que me descoloca un poco.
Lo veo dirigirse hacia un BMW M4 que está aparcado al cruzar la calle, brillando bajo la luz del sol. Él se monta con una facilidad despreocupada, se gira a verme desde el asiento del conductor y, con una sonrisa que claramente disfruta de mi frustración, me dice:
—¿No piensas subir?
Resoplo, dudando por un segundo, pero el reloj en mi muñeca me recuerda que el tiempo sigue corriendo.
—Ten en cuenta que solo me voy a montar porque llego tarde —le advierto mientras cruzo la calle—, porque si no fuera por eso...
—Sí, claro... — dice con seguridad y riéndose , arrancando el coche antes de que siquiera termine mi frase.
Me subo al coche y cierro la puerta, tratando de ignorar su sonrisa de triunfo mientras acelera.
8:15 am
Llegué 15 minutos tarde a clase, aunque, para ser sincera, no me quejo. Podría haber sido peor, mucho peor. Imran me salvó de lo que seguramente habrían sido 30 minutos de retraso, o quizá incluso más. Si no hubiera sido por él y su coche, ahora mismo estaría fuera del aula, intentando inventar alguna excusa convincente para el profesor. Pero, por suerte, aquí estoy, sentada en mi pupitre, intentando pasar desapercibido mientras el profesor continúa con su lección. Todavía puedo sentir la adrenalina de la mañana, el ruido del motor del BMW y la risa de Imran resonando en mi cabeza.
11:00 am
Era la hora del recreo, y mientras caminaba por el patio, mis pensamientos seguían dándome vueltas. No podía dejar de pensar en lo que pasó esta mañana. La prisa, la mirada burlona de Imran, y el hecho de que, a pesar de todo, llegué menos tarde de lo esperado. ¿Debería darle las gracias de verdad o habría sido mejor seguir mi camino a pie? En cualquier caso, me di cuenta de que estaba pensando demasiado en esto, así que sacudí la cabeza para despejarme y me dirigí hacia el banco donde suelo sentarme.
De repente, vi a Nihad y Houda acercándose. Desde lejos ya podía notar algo raro. Ambas tenían el ceño fruncido, con expresiones que claramente no presagiaban nada bueno. Nihad, siempre directa, parecía estar a punto de soltarme alguna reprimenda, y Houda, a su lado, cruzaba los brazos con una mirada que mezclaba disgusto y preocupación.
-¿Se puede saber donde estabas esta mañana?-. Me dice Nihad enfadada.
-Nos has hecho esperar y casi llegamos tarde, ¿dónde te habías metido?- Habla Houda aún más enfadada.
En ese momento les tuve que contar todo lo que me pasó por la mañana.
-Pues resulta que...
-Comooooo-. Responde Nihad emocionada
-¿Qué te ha traído quien?-. Habla Houda sorprendida.
No pensaba que se lo tomaron así, incluso se emocionaron al escuchar que me trajo Imran.
-Sabía que os volveriais a ver pronto-. (dice Nihad)
14:30 pm
Hoy tenía planeado pasar la tarde con Aya. Cuando acabé mis clases fui a recoger a Aya de su instituto.
Fuimos a mi casa a comer. Al acabar subimos a mi cuarto, dejé que Aya me contará todo lo que quisiera y estuvimos comentando un montón de cosas. Hubo un momento en que ambas nos quedamos calladas y allí fue cuando decidí contarle lo que me pasó hoy.
-Oye tengo que contarte algo...
-Dime que pasa-. Dice Aya intrigada por saber que pasa.
-Pues resulta que hoy por la mañana...
Aya al escuchar eso se quedó paralizada con los ojos en blanco. Hasta que reacciono y dijo:
—¡No puede ser posible! —exclama con los ojos bien abiertos, mirándome sorprendida.
—Pues sí, ha sido posible —le respondo con una sonrisa, tratando de mantener la calma a pesar de lo incómodo que me resulta el tema.
—¡Ayyyy, qué emoción! —dice, sin poder contener su entusiasmo—. ¡En verdad hacéis buena pareja! —agrega mientras suelta una carcajada, sabiendo perfectamente que a mí no me gusta hablar de amor ni mucho menos de relaciones.
—Vamos, no es para tanto —le contesto e intentando desviar la conversación y bajar un poco la intensidad de su entusiasmo.
—¡Ay, no te hagas! Lo noto en tu cara —insiste, aún riendo—. Te pones roja cada vez que te menciono algo de esto. Sabes que no me lo creo del todo, pero me encanta fastidiarte.
—Ya, ya —le respondo, suspirando y cruzando los brazos—. Sabes que no me gusta hablar de estas cosas, pero no puedes evitarlo, ¿verdad?
—¡Por supuesto que no! —me contesta, aún sonriendo—. Es que es tan divertido ver cómo te incomodas. Además, admito que me alegra verte feliz, aunque lo niegues.
Aya tenía que volver a casa, se hacía tarde. El cielo ya comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados, anunciando el final del día. Aunque parecía tranquila, sabía que no le gustaba caminar sola cuando oscurecía. Decidí acompañarla para asegurarme de que llegara sana y salva. Mientras caminábamos, intercambiamos algunas palabras sueltas, pero el silencio también era cómodo, cargado de esa complicidad que compartíamos.
Al llegar a su puerta, me sonrió y nos despedimos con un gran abrazo. Su calidez me llenó de una sensación extraña, una mezcla de nostalgia y esperanza. Antes de entrar, me miró por última vez y me dijo:
—Espero volver a verte pronto.
Me quedé parado frente a su casa unos segundos más, observando cómo se cerraba la puerta lentamente. El aire de la noche comenzaba a enfriar, y ya había empezado a oscurecer por completo. Sabía que debía regresar rápido antes de que la oscuridad lo cubriera todo. Aceleré el paso, con la mirada fija en el camino y los pensamientos todavía rondando el momento de la despedida.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de doblar la esquina, una voz me detuvo de golpe.
-Me estas espiando o algo por el estilo...
ESTÁS LEYENDO
Destinados el uno al otro
Romance¿A Quien elegirá?¿A su primo o a su amor verdadero?¿Que hará Dounia cuando el amor llegue sin ser invitado y desafíe lo que creía conocer? Dounia, una joven de 17 años, es una chica profundamente estudiosa y dedicada a su Deen. El amor nunca había s...