CORRE; ESTAMOS MUERTOS

24

24. Papá

—Papá... —Jiyu sintió de nuevo ese duro no dan la garganta al ver la imagen de On-jo abrazando a su padre. ¿Así será cuando ella vea el suyo?
—¡Salgan ya! —Cheong-san y los demás aún ponían de todas sus fuerzas para no ser derrotados, pero ya seguros de irse. Las primeras en salir fueron las chicas y luego ellos, cerraron la puerta tras de sí, librando una vez más a la muerte.

Aunque dos más se habían sumado a la lista de amigos que perdieron.

—¿Estás bien? ¿Estás herida? —el padre de On-jo inspeccionó a su hija de pies a cabeza.
—¿Por qué tardaste tanto? Te estuve esperando.
—¿Y los demás? ¿Están bien? —el señor Nam miró a todos los chicos.
—Si, estamos bien. Gracias, señor.
—Señor Nam —el niño abrazo al mayor y viceversa, saliendo el sufrimiento que pasaron hasta ese momento. Duro y largo, pero yo estaba con ellos.
—Muy bien. ¿Todos pueden correr?
—Si.
—Bien. Cruzan las canchas y la obra de construcción y llegarán a la montaña —señaló— ¿De acuerdo? Cruza la montaña y llegarán a Yang Dong.
—Señor Nam —de pronto un zombie se dejó venir y el hombre corrió hacia él, lo levantó cual hoja de papel y le partió la columna para dejarlo en inmóvil.
—¡Chicos, corran! —todos comenzaron a correr hacia donde el señor les dijo. On-jo tomó la mano de su padre para no separarse de él mientras el resto corría— entren, entre rápido, entren —Ha-ri se detuvo, quedándose para disparar flechas a los más cercanos, y Jiyu regresó para esperarla, pero una zombie salió de entre los arbustos y tiró al piso a la arquera, la corredora pateó el rostro cuando el monstruo iba a morderla y el señor Nam puso de piel la chica mientras entraban a las canchas y cerró la puerta a tiempo, pero había más zombies afuera, rodeando la canción.
—No podemos salir... No podemos... Estamos muertos —la puerta que daba a espaldas de ellos ya no resistió la fuerza de empuje y los zombies entraron. Los chicos se prepararon para pelear con todo, con tal de sobrevivir, pero el señor Nam estaba más preparado y sacó vengalas, con las que atrajo a los zombies.

—Vamos, vamos —los zombies que bloqueaban la única salida también se apartaron y comenzaron a salir, pero el señor Nam se quedó parado, y aunque On-jo intentó moverlo, él se quedó de pie.
—Cheong-san, llévate a On-jo.
—Papá... ¿Papá a dónde vas? —el hombre se apartó de su hija cuando el chico pollo y el sin calcetines la sujetaron. Con su silbato y otra bengala llamó la atención de todos los zombies mientras On-jo gritaba con desesperación, dolor y miedo.

Jiyu se asustó cuando escuchó los gritos y volteó a ver lo que el hombre hacía. Su corazón palpitó a toda velocidad Cuando el padre cerró la puerta, dejándose adentro como carnada, luego de que todos salieran.

—¿Papá?
—On-jo, mírame. Mírame —le pidió su padre— todo está bien ¿ok? Hagan lo que les dije. Suban la montaña y lleguen a Yang Dong. Tienen que irse ya —más zombies iban acercándose— corran, corran ya.
—Papá... ¡Papá!
—¡Corran, corran! —sus gritos llamaron la atención de los zombies y se enfocaron en él, dejando ir a los chicos. Todos llegaron a la construcción y se metieron por los pasillos, pero zombies con chalecos amarillos venían detrás.
—¡Alto! —gritó Nam-ra y todos se detuvieron.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Arriba. ¡Suban! —una horda de trabajadores infectados se dejó venir, y todos subieron, pero arriba no había salida.
—¿Por aquí?
—Salgamos por aquí —todos fueron saliendo por una ventana, apoyándose en una base y se quedaron entre el edificio no terminado y un andamio. Ahí se ocultaron y guardaron silencio mientras los zombies los buscaban.
—Silencio, quédense callados.
—Buen trabajo, Nam-ra —On-jo vi a una y otra vez en su cabeza la imagen de su padre siendo devorado. Tomó una varilla dispuesta a acabar con su vida, pero su mejor amigo la detuvo y se la quitó de las manos. Ha-ri la consoló y evitó que hiciera mucho ruido logrando que los zombies se fueran.