Capitulo 5

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Izuku corría buscando maniquíes. A su alrededor, los otros postulantes se dispersaban rápidamente, cubriendo terreno con el mismo objetivo de rescatar tantos maniquíes como fuera posible.

A lo lejos, las luces rojas de varios maniquíes parpadeaban, emitiendo sus simulados gritos de auxilio a través de los altavoces en sus cuellos. El terreno era difícil, con escombros esparcidos y derrumbes que complicaban el acceso a algunos puntos

Izuku divisó un maniquí atrapado bajo una viga a través de una ventana rota en un edificio en ruinas. La luz roja del muñeco parpadeaba con urgencia, y su voz robótica pedía ayuda. Sin dudarlo, Izuku entró al edificio, saltando entre los escombros que bloqueaban la entrada.

El interior estaba en peores condiciones de lo que parecía desde fuera. Las paredes estaban agrietadas, y el techo crujía amenazadoramente con cada paso que daba. Izuku se movió con rapidez, pero con cuidado, sabiendo que cualquier movimiento brusco podría desencadenar un derrumbe.

Al llegar al maniquí, una columna de concreto se inclinó peligrosamente sobre él. Izuku, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo, usó todas sus fuerzas para levantar la viga y liberar al maniquí. Justo cuando lo puso a salvo, un pedazo del techo cayó donde el muñeco había estado atrapado momentos antes.

La luz del maniquí cambió de rojo a verde, indicando que el rescate había sido exitoso. Izuku respiró con alivio, asi que se puso de pie y comenzo a correr buscando mas maniquies.

Izuku siguió corriendo por las ruinas, su respiración acelerada pero su enfoque intacto. Con cada paso, los ecos de voces robóticas pidiendo ayuda llenaban el aire. Sabía que cada segundo contaba, así que mantuvo la vista en busca de más maniquíes.

A lo lejos, vio a un grupo de tres aspirantes que intentaban levantar una enorme losa de concreto bajo la cual se encontraba otro maniquí. Los estudiantes parecían fuertes, pero la roca era demasiado pesada. A pesar de sus esfuerzos, la luz roja del maniquí seguía parpadeando con insistencia.

Uno de los chicos, con un Quirk que parecía aumentar su fuerza, gruñó mientras intentaba levantar la losa.

- "¡Vamos, casi lo tengo!" - gritó. Sin embargo, antes de que pudieran moverla lo suficiente, un derrumbe cercano sacudió el suelo, haciendo que la losa se asentara más firmemente. La voz del maniquí quedó apagada por los escombros, su luz roja desapareciendo.

Izuku observó la escena, sintiendo una punzada de frustración por ellos, pero no podía detenerse. "No tengo tiempo para dudar". Sus piernas lo llevaron hacia otro edificio en ruinas, más pequeño que el anterior. Entró rápidamente y divisó dos maniquíes en lados opuestos de una sala, ambos atrapados bajo restos de mobiliario caído. La luz roja de sus cuellos parpadeaba sin cesar.

Izuku hizo una rápida evaluación de la situación. El techo crujía de manera amenazante, igual que en el edificio anterior, y sabía que tenía poco tiempo. Decidió ir primero por el maniquí que estaba más cerca de un agujero en la pared. Con un rápido movimiento, apartó los restos de una mesa rota y cargó al maniquí hacia la salida.

Dejó al muñeco en una zona segura, su luz cambiando a verde, y corrió de vuelta por el segundo. A medida que se acercaba, otro estudiante entró al edificio, tropezando con los escombros. Tenía un Quirk que le permitía manipular objetos a distancia, pero su control no era perfecto. Al intentar mover un pedazo de pared para liberar al maniquí, el bloque se tambaleó y cayó, aplastando al muñeco bajo un peso aún mayor. La luz roja del maniquí se apagó, señalando su "muerte".

Izuku contuvo el impulso de ayudar, sabiendo que tenía que mantenerse enfocado en lo que podía hacer. "No puedo perder la concentración ahora", pensó mientras se acercaba al maniquí restante.

La Sabiduria Del Viejo ErmitañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora