Capitulo 1

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Un niño de rizos verdosos corría a toda prisa entre los árboles del frondoso bosque. A lo lejos, el eco de un grito rompía la quietud.

-¡Deku, bastardo, deja de correr! -vociferó un Bakugo furioso, su voz cargada de ira.

Izuku Midoriya, un niño de 10 años sin Quirk, se escondía detrás de un grueso roble, jadeando mientras intentaba controlar su respiración. Su "mejor amigo", Katsuki Bakugo, no parecía tener intenciones amables esta vez, y Midoriya sabía que lo buscaba con malas intenciones.

Se aferraba al tronco, su cuerpo temblando mientras escuchaba las pisadas apresuradas de Bakugo acercándose.

Después de una breve pero intensa búsqueda, Bakugo perdió el rastro, y el silencio volvió al bosque. Izuku exhaló un largo suspiro de alivio, deslizándose contra el tronco mientras sentía sus piernas ceder. Estaba agotado. Raspones y pequeñas quemaduras marcaban sus brazos y piernas, un recordatorio del "juego" cruel al que se había visto arrastrado.

Las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos mientras algunas astillas se clavaban en sus manos pequeñas.

El crujido de las hojas a su alrededor lo puso en alerta de inmediato. Se tensó, conteniendo la respiración. Alguien se acercaba.

Un hombre de avanzada edad apareció de entre los árboles. Alto y de postura imponente, caminaba con una serenidad inquebrantable. Su cabello, completamente blanco, caía desordenado sobre su rostro, pero sus ojos, llenos de sabiduría, brillaban con una calma intimidante. A pesar de los años, sus movimientos denotaban una agilidad innata, como si el paso del tiempo no hubiera hecho mella en él. Llevaba ropas sencillas, funcionales, y en una de sus manos sostenía un canasto repleto de frutas frescas, que mantenía en perfecto equilibrio mientras avanzaba.

A primera vista, parecía un anciano común, pero había algo en su presencia que imponía respeto, una sensación de poder escondido, apenas perceptible bajo la superficie.

-¿Qué hace un niño en un lugar tan desolado? -dijo con una voz profunda y tranquila, dejando el canasto entre las hojas cercanas.

Izuku permanecía inmóvil, intentando no hacer ruido, su corazón martilleando en su pecho

-...-

-¿Niño? -preguntó el anciano, su voz calmada pero firme.

No hubo respuesta.

-¿Niño? -repitió, esta vez alzando un poco el tono, notando el silencio persistente.

Todavía sin respuesta. Frunció el ceño, la paciencia empezando a agotarse.

-¡¿Mocoso, despierta?! -gritó con voz más grave, lanzando una manzana directo a la cabeza de Izuku. La fruta impactó con un golpe suave pero sorpresivo, haciendo que el chico saltara del susto, llevándose las manos a la cabeza mientras balbuceaba

-¡Ah! ¡¿Qué...?! ¡¿Quién...?! -exclamó Izuku, sobresaltado y con el corazón acelerado. Al ver al anciano, su mirada se llenó de pánico. -¡N-no me haga daño! ¡Ayuda! - gritó, retrocediendo un poco mientras levantaba las manos en señal de defensa, su cuerpo temblando visiblemente. -

El anciano suspiró, relajando los hombros.

-Tranquilo, chico, no te haré daño -dijo con una voz profunda y calmada. Izuku, aún temblando, bajó la mirada, avergonzado.-L-lo siento... -susurró.

-(Suspira) Bien... -Bang lo observó con más detenimiento-. ¿Qué hace un niño de tu edad solo en medio de este bosque?-

-Y-yo... -Izuku dudó, mirando al suelo mientras apretaba los puños-. Yo... estaba escapando de...

La Sabiduria Del Viejo ErmitañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora