Capítulo#8: El duelo entre la Diosa y el protector.

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Me centro en una hormiga errante que corre por encima del material de la mesa de reuniones.

«Es en eso o en mis ganas de matar».

Enlazo los dedos frente a mi rostro, con los codos apoyados en la mesa. Luego paso la mirada por cada uno de los presentes, deteniéndome en la castaña de piel bronceada y rasgos mexicanos que me miran con odio. La forma en la que se tensa cuando paso mis ojos a Paul me hace sonreír sinicamente.

Detallo a "mi hermano" y debo decir que todo este tiempo le ha sentado de maravilla.

El cabello castaño lo lleva largo, de forma tal que le cubre las cejas parcialmente. Los ojos verdes parecen absorber toda la luz a su alrededor mientras se clavan en mi, libres de cualquier emoción.

Alguien carraspea incómodo, haciéndome centrar.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono apoyándome en el respaldo de mi silla.

—A algunos si nos gusta dar la cara —acusa destilando veneno.

Me río.

—Suerte que por aquí a algunos no nos gusta desaparecer —le recrimino en su mismo tono de voz e inmediatamente me arrepiento.

—No te han dicho que el sarcasmo mató al gato —una de sus comisuras se eleva de manera breve.

—No —niego —Me han dicho que la estupidez si.

Me parece escuchar cuando todos contienen la respiración al mismo tiempo ante nuestra pequeña pelea.

—Pero que pedazo de bienvenida —vitorea uno de los que acompañan a Paul.

—Es una bienvenida al estilo Anderson, nada nuevo —opina Derek.

Anthony se ríe y Maya lo mira mal, haciéndolo guardar silencio.

—Necesito hablar contigo —Paul vuelve a su expresión de: «me tocas y te parto tu Dios».

—¿Qué te hace pensar que voy a escucharte? —me cruzo de brazos, ganándome una patada disimulada de Camilo por debajo de la mesa. No lo miro.

—Es algo importante —sentencia y juro que puedo ver el debate interno que tiene entre si quedarse o largarse de aquí.

Pongo los ojos en blanco. Al final suspiro dirigiéndome a Seven.

—Está bien chicos, salgan —ordeno frotándome la sien izquierda.

—Salgan —ordena Paul hacia los cinco chicos y una de las dos chicas que lo acompañan.

La chica de rasgos mexicanos se queda en su lugar mientras el resto sale. Camilo me da una mirada desconfiada antes de seguir al resto.

—¿Y ella es? —cuestiono.

—Mi... socia —carraspea cuando ella lo mira mal.

—Bueno, ella se va —no miro a la chica a la hora de señalarla, pero sé que me está dedicando una mirada patética que seguramente cree que parece letal.

Elevo una ceja en su dirección.

—Si estás sugiriendo que pase a un segundo plano... —se nota en el tono de voz ronco que el inglés es una dificultad para ella.

—Querida —la interrumpo sin miramientos —ya lo estás.

Sonrío en su dirección mientras Paul le indica con un gesto que salga.

—Voy a ser yo quien te borre esa estúpida sonrisa —murmura al pasar a mi lado.

La sostengo del brazo sin ningún tipo de delicadeza y manteniendo mi sonrisa en todo momento ante tal insolencia.

Rebelde por la causa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora