Capítulo#10: Batalla en el infierno (primera parte).

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En una rápida reunión con Seven, decidimos que los miembros que competirán son Camilo, Enzo, Max, Derek, Anthony, Maya y, luego de pensarlo mucho, Alana.

Decidí que se merece mi voto de confianza.

Nuestro plan de diversión para el último día antes de los juegos se basó en beber en grandes cantidades, por lo que ordené cerrar el Megaverse solo para nosotros.

Un deja vu horrible me asalta cuando, al escanear el lugar, mi vista se detiene en uno de los sofás del área VIP y mis ojos se encuentran con los de Paul, el cual sostiene en su regazo a Sarah mientras esta le susurra cosas al oído y muerde el lóbulo de su oreja.

Puaj. Que puto asco.

La diferencia entre ambas ocasiones, es que antes iba muy borracha y ahora… bueno, ahora también, pero la verdad es ahora que no me importa lo que haga Paul con su vida, así que volteo el rostro manteniéndome inexpresiva en todo momento.

Continuo recorriendo el local con los ojos y veo a Enzo bailando pegado a la espalda de una chica que estoy casi segura es de la mafia de Akiro.

«Al fin me superó»

Sonrío con los labios contra el cristal de mi vaso justo antes de acabármelo de un solo trago.

Maya y Anthony desaparecen por las escaleras en lo que Alana hace un berrinche en la barra cuando Mia le arrebata la cerveza de la mano.

Akiro no me quita la vista de encima ni cuando se deja caer en el sofá más alejado posible del de Paul. Atrapa su labio inferior con los dientes y me veo en la obligación de respirar hondo ante el cosquilleo que se instala en mi vientre, el cual se esfuma ante la incomodidad de tener la mirada de ambos líderes encima, así que al sentirme desnuda ante la mirada con la que Akiro recorre mi cuerpo me pongo en pie con dificultad.

«Igual no debí beber tanto»

Pestañeo varias veces para aclararme la vista y acomodar el vestido rojo vino de tirantes finos y modelo sencillo que se ajusta a mis curvas como una segunda piel.

En busca de un baño tomo las escaleras por las que se fueron Maya y Anthony.

«Juro que como me los encuentre en pleno pasillo haciendo sus cosas les vomito encima»

Camino por el extenso pasillo, con habitaciones a cada lado, en silencio y preguntándome que se sentirá ser una nube.

«Puto alcohol»

Doy un respingo cuando una enorme mano se cierra alrededor de mi brazo, dándome la vuelta bruscamente y pegándome a la pared.

—Hola nena —el aliento del líder de la yakusa es alcohol puro cuando roza mi nariz con sus labios —Te ves preciosa en ese trozo de tela que no me importaría romper aquí y ahora.

Me mantengo en silencio cuando entierra su cara en mi cuello y luego de aspirar sonoramente el olor de mi perfume suelta un jadeo ahogado.

—Cada centímetro de tu piel me provoca, Atenea —susurra y trato de responder algo coherente pero mi lengua pesa demasiado —La última vez me dejaste igual que como estoy ahora mismo.

Presiona su cuerpo al mío, dejándome sentir su enorme erección contra el estómago. Frunzo el ceño cuando su mano se dirige al borde de mi vestido.

—No te he dado permiso para tocarme —consigo decir.

Al ver que me ignora lo empujo por el pecho y no se mueve un centímetro. Muerde mi labio inferior y la rabia se me libera dentro. De pronto me encuentro totalmente sobria.

Rebelde por la causa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora