Capítulo 4: El peso de la decisión

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Los días pasaron más rápido de lo que Clara hubiera esperado. El café seguía siendo su refugio, pero cada mañana que lo abría, sentía que las paredes se estrechaban un poco más, como si el pequeño espacio que antes le daba paz ahora le pesara. Las palabras de Javier, de Sofía, de don Manuel, seguían dando vueltas en su cabeza como una tormenta que no la dejaba descansar.

Una tarde, mientras preparaba el cierre del café, el teléfono sonó. Era **Sofía**, como si hubiera sabido que Clara necesitaba hablar con alguien.—Clara, ¿tienes planes esta noche? —preguntó con su voz siempre enérgica.—No, nada especial. Estaba por cerrar el café y... —comenzó a decir Clara, pero Sofía la interrumpió rápidamente.—Perfecto. Entonces ven conmigo a una cena en casa de unos amigos. Nada formal, solo una pequeña reunión. Te vendrá bien despejarte un poco.Clara dudó. No estaba de humor para socializar, pero tal vez Sofía tenía razón; quizás necesitaba salir de su rutina aunque fuera por una noche. Antes de darse cuenta, aceptó la invitación.Cuando llegó a la casa de los amigos de Sofía, una vieja casona cerca de la playa, Clara se sorprendió por la calidez del lugar. Las luces tenues y la música suave creaban una atmósfera acogedora, y las risas de los pocos invitados resonaban en el aire. Era un ambiente relajado, diferente a lo que Clara esperaba.Sofía la recibió con un abrazo entusiasta y una copa de vino.—Me alegra que hayas venido. Necesitabas un descanso de ese café —dijo mientras la conducía al grupo de amigos.Clara sonrió, sintiendo que tal vez su amiga tenía razón. El aire fresco y el entorno diferente la hicieron sentir un poco más ligera, como si por un momento pudiera olvidar sus preocupaciones.A lo largo de la noche, Clara conversó con varias personas, la mayoría artistas, fotógrafos y viajeros, personas que parecían haber seguido el tipo de vida que alguna vez había soñado para sí misma. Entre las risas y las historias, conoció a **Martín**, un fotógrafo que había vivido en distintos países capturando paisajes y culturas.—Sofía me contó que también te interesa la fotografía —comentó Martín en un momento, mientras ambos observaban una colección de fotos en la pared—. ¿Aún lo practicas?Clara sintió una punzada en el corazón al escuchar la pregunta. ¿Aún lo practicaba? La respuesta era dolorosamente obvia.—No tanto como solía hacerlo —admitió con una sonrisa forzada—. La vida se interpuso en el camino, supongo.Martín asintió, como si comprendiera perfectamente.—Eso suele pasar, pero el llamado siempre está ahí. Lo bueno de la fotografía es que nunca es tarde para volver. El mundo sigue estando ahí, esperando ser capturado.Las palabras de Martín resonaron en Clara, como si se hubiera abierto una puerta en su interior. Mientras continuaban conversando, sintió que algo se removía dentro de ella, algo que había estado dormido por mucho tiempo.***Esa noche, de regreso a casa, Clara no pudo evitar pensar en la conversación con Martín. El entusiasmo que él tenía por su trabajo, la pasión con la que hablaba de sus viajes y sus fotografías, todo eso le recordó lo que una vez ella había sentido. Mientras caminaba por las calles tranquilas del pueblo, comenzó a darse cuenta de que algo en su interior había cambiado.Al llegar a su casa, se detuvo frente a una pequeña caja que había guardado en el armario durante años. Dentro de ella estaban sus viejas cámaras, las mismas que había usado cuando era más joven, cuando soñaba con ser una fotógrafa reconocida. Con cuidado, sacó una de las cámaras y la sostuvo entre sus manos. Estaba cubierta de polvo, pero aún se sentía familiar, como un viejo amigo al que no había visto en mucho tiempo.Clara miró la cámara, sus dedos trazando las líneas desgastadas del metal. Sentía una mezcla de nostalgia y tristeza, pero también una pequeña chispa de esperanza. Tal vez no era demasiado tarde para recuperar esa parte de sí misma. Tal vez aún podía encontrar la manera de reconectar con sus sueños.Se sentó en el borde de la cama, la cámara en su regazo, y dejó que sus pensamientos fluyeran libremente. No podía seguir ignorando lo que sentía. El peso de la decisión estaba ahí, delante de ella, cada vez más claro. No se trataba solo de dejar el café o de mudarse del pueblo; se trataba de recuperar su vida, de encontrar lo que realmente quería.***Al día siguiente, cuando Clara abrió el café, ya no sentía la misma inquietud que la había estado persiguiendo durante semanas. En lugar de eso, una extraña calma la acompañaba. Había llegado a una conclusión, aunque no estaba segura de cómo llevarla a cabo. Pero sabía que el primer paso era importante.Mientras limpiaba las mesas, vio entrar a **Javier**, como solía hacer cada mañana. Esta vez, sin embargo, él llevaba una expresión más relajada, como si también hubiera estado pensando en todo lo que habían hablado.—Buenos días —dijo él, acercándose al mostrador.—Buenos días —respondió Clara, con una sonrisa suave.Javier la miró por un momento, como si pudiera percibir que algo había cambiado en ella.—¿Estás bien? Pareces diferente.Clara asintió, mientras servía el café.—Sí, creo que finalmente he tomado una decisión.Javier levantó una ceja, curioso.—¿En serio? ¿Y cuál es esa decisión?Clara lo miró directamente a los ojos, sintiendo que por fin estaba lista para decirlo en voz alta.—Voy a retomar la fotografía. No sé cómo ni cuándo, pero no puedo seguir ignorando esa parte de mí. Este café ha sido mi vida durante años, pero ya no me llena como antes.Javier sonrió, una sonrisa de aprobación y comprensión.—Me alegra escucharlo. Sabía que lo harías, tarde o temprano.Clara dejó escapar un pequeño suspiro, aliviada de haberlo dicho. Pero el alivio también traía consigo una nueva sensación: incertidumbre. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba lista para enfrentarlo.Javier la observó con la misma mirada profunda de siempre.—Sea lo que sea lo que decidas hacer, estaré aquí para apoyarte. Todos necesitamos a alguien que nos recuerde que somos capaces de más de lo que pensamos.Clara le sonrió, agradecida por sus palabras.—Gracias, Javier. No sé qué va a pasar, pero sé que no puedo seguir igual. Algo tiene que cambiar.—El primer paso ya lo diste —respondió Javier—. Ahora solo queda seguir adelante.Clara asintió, sintiendo que por fin estaba en el camino correcto, aunque aún no sabía a dónde la llevaría. El futuro seguía siendo incierto, pero eso ya no la aterraba tanto como antes. Ahora, lo veía como una promesa, como una oportunidad.---**Fin del Capítulo 4**En este capítulo, Clara comienza a aceptar su deseo de cambio y toma la decisión de retomar la fotografía, un paso importante hacia su verdadera pasión. La incertidumbre sobre su futuro sigue presente, pero ha dado el primer paso hacia la vida que realmente quiere, y está decidida a seguir avanzando.

Bajo el cielo de abrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora