Capítulo 3

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Azer

La vida siempre me había enseñado a no aferrarme a los recuerdos, a dejar que el pasado se desvaneciera como el humo de un cigarrillo en la oscuridad de un sótano. Pero lo que yo creía que había dejado atrás fue lo que me atrapó nuevamente, y esta vez, su nombre era Iris.

La ciudad nunca fue un lugar amable, y menos para alguien como yo, Azer, un mafioso con más sombras en su vida que luces. Había sobrevivido a traiciones, a balas silbando cerca de mi cabeza y a la soledad que venía con cada decisión que tomaba. Cuando me dijeron que Iris había muerto, sentí que me despojaban de una parte de mi alma. Pasaron dos años y con ellos, traté de construir un muro alrededor de mi corazón. Pero un día, el destino, en su cruel ironía, decidió jugarme otra carta.

Ella está a mi lado, con la niña enrredada en sus brazos. Mirando la casa que ella misma adornó, que ella se encargó de convertirla en lo que hoy es.

Después de unos segundos se queda quieta, mirándome.

Espero ver el fuego en su mirada, el que siempre ha brillado ahí, quemándolo todo a su paso. Ella era la reina del submundo, más letal que yo y ahora... Tiene los ojos enrrojecidos, con lágrimas contenidas, puedo ver la sombra de un moretón en su cuello, marcas de dedos. Me fijo mejor y vislumbro otro en su mejilla, en un vano intento de ocultarlo bajo maquillaje. Ella parece pequeña, temerosa, asustada.

"Hace bien" la persona que me engaña lo paga con su vida, y ella lo sabe.

Kai se acerca a mi oído y susurra intentando que ella no lo escuche.

- Algo no va bien - Me giro ligeramente mirándolo sin entender - Ella estaba encerrada en un armario y se comporta extraño.

Ese hijo de puta la tenía encerrada. Pensaba que mis hombres la habían golpeado... Ahora puede que la historia sea muy distinta de lo que había pensado.

- Hay una habitación arriba - Suelto frío - Puedes dejar que la niña duerma ahí o puedes llevarla contigo mientras te interrogamos - espero que haya comprendido la amenaza implícita.

Espero a que tome una decisión, no tengo ninguna prisa.

- No vais a hacerle daño ¿verdad? - dice en apenas un susurro.

Ella. La reina, hablando como una niña asustada. Que buen papel está interpretando, pero eso no la va a salvar.

- Yo no mato niños, deberías saberlo - y menos si esa niña es posiblemente mi hija.

Asiente con la cabeza, despacio. Camino delante de ella para guiarla. Kai detrás para cortarle el paso en caso de que quiera salir corriendo.

Abro la puerta de la habitación que ella misma estaba preparando. Paredes pintadas de rosa, una pequeña cama con protectores adorna en medio de la habitación. En la esquina, debajo de la ventana un rincón para la calma, Iris insistía en que era muy importante para los berrinches. Jamás me atreví a tocar nada. Cerré la puerta y dejé que el tiempo pasara, dejando todo estancado, pausado, igual que mi vida.

Ella entra despacio, dudando. Se acerca a la cama y la tumba, acariciándole la cara. Después coge la pequeña colcha y la tapa con un cariño que jamás había visto en ella. Coge aire y se gira para encararme.

- Vamos - ordeno metiendo las manos en los bolsillos y saliendo de la habitación.

Todo esto es demasiado para mi.

Escucho los pasos de Iris detrás de mi, pero no me vuelvo. Ahora que no tiene a su hija dudo que salga corriendo, aunque ella nunca tuvo escrúpulos ni apego hacia nadie, así que Kai sigue detrás de ella, solo por si acaso.

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