Capítulo 10

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Iris

Las semanas fueron pasando poco a poco, casi sin darme cuenta. No sabía lo que era la tranquilidad, no había conocido lo que era vivir sin miedo ni un solo segundo de mi vida. Temiendo cuando llegaría, cuando me golpearía, cuando estaría de mal humor, cuando un simple sonido desataría toda la ira de Alexander, pero ahora...

Emma y yo estamos sentadas sobre una manta en el jardín, ella está rodeada de juguetes, riendo y balbuceando palabras que no entiendo. Sus ojos brillan con alegría y solo con esto, estos pequeños detalles son los que me dan la felicidad a mi.

Delante de la casa solo hay un jardín infinito con una piscina igual de impresionante, y al final, un muro de piedra altísimo. La parte trasera de la casa solo la he visto por la ventana, tiene muchos árboles y un camino de tierra que serpientea entre ellos. Si no hubiera vivido tantos horrores me atrevería a caminar por él y disfrutar de las flores violetas de la jacaranda y del sauce llorón que logró ver casi al final, debe ser hermoso, pero de momento, prefiero quedarme cerca.

Azer y Kay se han mantenido alejados de nosotras. Intercambiamos algunas palabras cada día, pero todavía no me siento segura estando en la misma habitación que ellos.

Azer dejó claro que nadie me golpearía y de momento ha sido así, pero estar cerca de estos hombres, tan altos y con tantos músculos me acelera el corazón, siento que cualquier cosa que haga puede enfadarles.

- ¿Te gustan los jueguetes? - pregunta Azer agachándose al lado de Emma.

Su voz me sorprende, pero no me muevo. Estas semanas he aprendido a no agazaparme como un cervatillo que está a punto de ser devorado por el león.

Azer no me mira, solo tiene ojos para Emma, así que me permito el lujo de observarlo. Un traje impecable, negro. Siempre viste de negro, la camisa negra, pero se agacha sobre la hierba para darle otro regalo a Emma, que se pone de pie mientras da palmas y ríe. Ya sabe que dentro de cada paquetito hay algo que le encanta.

Me sorprendo mirando la escena con una sonrisa en la cara.

En ese instante, gira la cabeza hacia mi, con la misma sonrisa que yo. Cuando no tiene la máscara siniestra puesta me gusta mucho más, me da menos miedo.

- Estas bastante mejor - afirma - mañana comenzaremos tu entrenamiento.

Es cierto que el cuerpo ya no me duele, los hematomas poco a poco han ido desapareciendo. Las costillas todavía me duelen un poco y el brazo, aunque me quitaron la escayola hace unos días, todavía tengo que llevar un protector para no moverlo demasiado.

- Pero... - comienzo a decir para intentar evitarlo.

- No hay peros - interrumpe con un poco de diversión reflejada en los ojos - Vamos a ir poco a poco, pero debes comenzar ya.

Bajo la mirada admitiendo mi derrota. En otro mundo me habría levantado, le habría mirado a los ojos y me habría negado, en otro mundo tendría voz para hacer lo que quisiera, pero en este, dejo que dirijan mi vida, que digan lo que debo o no debo hacer porque tengo demasiado miedo incrustado en los huesos, creo que se ha grabado tan profundo que ha impregnado mi adn.

- Bien - Dice poniéndose de pie - Mañana a las siete en punto.

Le revuelve el pelo a Emma con cariño y se aleja.

¿Por qué este hombre la trataría mejor que su propio padre? A veces pienso que estoy perdiendo la cabeza, que tanto tiempo siendo maltratada ha hecho que mi cerebro no funcione bien.

Me tienen secuestrada, me sacaron durante la noche en medio de disparos y con una bolsa en la cabeza, y aun así, estoy feliz de estar aquí, de tener a Alexander lejos de nosotras.

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