Azer
Me encontraba en la penumbra de mi despacho, en silencio, observando los detalles de la reunión que había convocado para esa noche. Había pasado solo unas semanas desde que recuperé a Iris, pero el riesgo que Alexander representaba seguía acechando. Yi sabía que no podría contra él solo; para destruirlo, necesitaría apoyo, y eso significaba rodearme de aquellos que compartían su odio hacia Alexander o, al menos, su ambición.
Esa noche recibiría en mi territorio a varios de los jefes más poderosos del crimen, hombres cuya lealtad era volátil, y cuyo apoyo no se conseguía fácilmente. Pero confiaba en que el desprecio mutuo hacia Alexander nos uniría, al menos temporalmente.
El primero en llegar fue Nicolae, un traficante de armas que había sufrido pérdidas en manos de Alexander. Luego llegó Vittorio, un estratega implacable que controlaba las rutas marítimas del contrabando. El último en entrar fue Lev, un silencioso mafioso del este que solo se movía por dinero, pero cuyo odio hacia Alexander era bien conocido. Intercambié saludos con cada uno, manteniendo una expresión neutral, aunque en mi interior ardía la impaciencia.
Tomaron asiento alrededor de una mesa pesada y tallada, un símbolo de poder y dominio. Nicolae fue el primero en romper el silencio.
—Dime, Azer, ¿por qué deberíamos
arriesgar nuestros recursos en tu venganza personal? Alexander es un enemigo común, sí, pero también es un problema constante que mantiene a todos en alerta.Apoyé ambas manos sobre la mesa y los miré a cada uno con frialdad calculada.
—Alexander ha cruzado un límite que ninguno de ustedes toleraría. No solo se ha atrevido a tocar lo que me pertenece, sino que ha intentado destruir mi reputación. Si le permitimos seguir, se sentirá con el derecho de arrebatar lo que quiera de cualquiera de nosotros. Hoy fui yo; mañana, podría ser cualquiera de ustedes.
Las palabras resonaron en el salón. Sabía que cada uno de esos hombres tenía un orgullo tan fuerte como su ambición, y que Alexander les inspiraba la misma desconfianza que a él. Sin embargo, Vittorio levantó una ceja, pensativo.
—Eso suena convincente, Azer, pero nuestras alianzas no vienen sin condiciones. Si deseas nuestro apoyo, tendrás que demostrar que aún tienes poder, que eres capaz de mantener lo que es tuyo. Y qué mejor prueba de ello que presentarnos a tu esposa, Iris, en una fiesta.
Los ojos de Azer se endurecieron. Sabía que el interés de sus aliados no era puramente estratégico; la curiosidad por Iris, la mujer que Alexander le había arrebatado, se sentía en el aire. Querer verla era su forma de probar que Azer aún tenía el control, que la había recuperado y que ella seguía siendo suya.
—¿Quieres que presente a mi esposa en una fiesta? —repitió Azer, un toque de ironía en su voz.
Nicolae sonrió con esa frialdad calculadora que tanto lo caracterizaba.
—Considera esto una prueba de lealtad y confianza. Si deseas que estemos a tu lado en esta guerra, muéstranos que puedes mantener lo que es tuyo bajo tu protección, que Iris está segura contigo y que puedes exhibirla como la joya que Alexander intentó arrebatarte.
El silencio cayó en la sala mientras consideraba su respuesta. Sabía que presentar a Iris era peligroso, pero si quería el respaldo de esos hombres, tendría que ceder. Además, estaba seguro de que, al mostrar a Iris en una fiesta, enviaría un mensaje a Alexander: él la había recuperado y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que se quedara a su lado.
Finalmente, se levantó, mirando a cada uno de sus aliados con una leve inclinación de cabeza.
—Acepto sus condiciones. Prepárense, porque pronto tendrán su fiesta… y Alexander tendrá su venganza.
La reunión concluyó con un pacto no verbal, una promesa sellada en la mirada fría de cada uno de esos hombres. Me dirigí a mi habitación, cuando estaba a punto de abrir la puerta, volví sobre mis propios pasos y me paré delante de la de Iris. Allí dormía ella y su hija.
Después de que mi hermano regresara a los pocos días con los papeles, sentí que se me paraba el corazón. Emma era mi hija, y ella creía que su padre era Alexander, que la maltrataba y la intimidada.
Aprieto la mandíbula hasta que crujen mis dientes. Necesito matarlo, necesito que desaparezca de este jodido mundo y necesito hacerlo con mis propias manos.
- Azer - Kay me sorprende colocando su mano sobre mi hombro - ¿cómo ha ido la reunión?
Niego despacio.
- Supongo que bien, pero quieren su espectáculo.
Kay chasquea la lengua.
- Ya sabíamos que nada es gratis para ellos ¿qué quieren?
Me separo de la puerta y camino despacio hacia mi habitación, Kay me sigue detrás adivinando que no quiero hablar esto con Iris tan cerca.
Ha mejorado, eso es indiscutible, pero dudo que esté lo suficientemente bien como para ser el centro de todas las miradas.
- Una fiesta rodeada de todos los hijos de puta. Quieren verla con sus propios ojos - Agacho la cabeza y me froto los ojos, frustrado.
Kay se aleja un par de pasos, pensando.
-Bien, podemos hacerlo. Nuestras reglas, nuestras condiciones e Iris estará segura - afirma convencido.
Abro los ojos y miro a mi hermano. Estas semanas que ha estado a Iris recuperándose y entrenado ha estado casi desaparecido. Suele venir por la noche o a desayunar, intercambia pocas palabras con ella y después se va.
- Iris preguntó ayer por ti - permanezco en silencio, esperando que diga algo, pero solo se mete lasanos en los bolsillos. Entrecierro los ojos, analizándolo - ella cree que ha hecho algo que te ha molestado.
Kay resopla y acto seguido, aprieta la mandíbula.
- La puse en peligro y era inocente, Azer.
Lleva la misma losa en el pecho que yo. La senté en una silla y deje que mi hombre la golpeara. La traté como a cualquier criminal y ella era la única que había sido herido una y otra vez por todos hasta casi convertirse en la sombra de lo que fue. Ya no queda nada de la antigua Iris, fuerte y luchadora, ahora es una sombra intentando pasar desapercibida, asustada todo el tiempo.
- No fue tu culpa, yo cometí el mismo error, Kay.
- Pero yo...
- Ella quiere verte - lo interrumpo.
Mi hermano permanece callado asimilando mis palabras.
- Está bien, mañana pasaré tiempo aquí.
Bien. Ahora mismo solo hay dos cosas que me preocupan. Que Iris y Emma estén bien y se sientan seguras y la maldita fiesta que tenemos que preparar.
- Encargate de la seguridad. Quiero un perímetro fuera y dentro. No puedo consentir que en la fiesta Alexander haga algo - Cambio de tema.
Kay asiente tomando nota mental. Si alguien puede hacerlo es él. A nadie más le confiaría nuestras vidas.
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Estocolmo
RomancePensaba que mi marido era un monstruo, pero era muchas cosas más. Todo mi mundo se derrumba cuando decide llevarme a una ejecución que sale mal. El desconocido escapa, decide vengarse secuentrandome a mi y a mi hija. ¿ Como no perder la cabeza cuand...