PRÓLOGO

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— Vámonos a fuera — dijo él agarrándome del brazo.


Yo, debido al agarrón, le seguí hasta que salimos de la fiesta. Me empezó a besar con hambre, devorando cada parte de mi cuello y labios. Este comenzó a bajar las manos de la cadera y a apretarme el lugar.

— Vayamos al baño de un bar — dijo él agarrándome otra vez del brazo.

— No vamos a ir al baño, Diego — dije soltandome de su agarre. Sabía lo que se andaba entre manos. Y yo no quería seguirle el juego.

— ¿Cómo que no, Adara? Vamos, anda — suplicó agarrándome la cintura para atraerme hacia él.

— Que te he dicho que no — Dije alzando la voz intentando soltarme de su agarre. Él intentó volver a agarrarme — Que me sueltes, joder — espeté consiguiendo separarme de él.

Conseguí volver a la fiesta y perderle de vista. Volví con mi grupo de amigas y seguimos bailando hasta que se terminó la fiesta.

A la mañana siguiente me encontré un mensaje de aquel chico con el que estuve esa noche, Diego.

«Lo de anoche estuvo muy bien, lastima que te perdiste lo mejor».

«¿Lo mejor? Vaya capullo. Espero que me deje en paz porque sino sería un sinvivir». Fue lo que pensé nada más leer ese mensaje el cual decidí ignorar.

AMOR O TOXICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora