LIV

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 Releí la carta porque quiero acabarla pronto, los trazos temblorosos dificultaron la tarea, pero me entregaron más motivos para odiarte.

Eras un monstruo. Un demonio.

Mi caligrafía ha cambiado desde que me cortaste el dedo índice de la mano derecha en un ataque de furia. Lo mordiste hasta partirlo ante una caricia insatisfactoria.

No me pediste perdón, jamás lo hacías.

Curaste la herida con tu sangre y seguiste disfrutando del resto de mi cuerpo como si nada hubiese ocurrido. No te importó que yo estuviera muda, observando la mano mutilada mientras lloraba.

Esa fue la peor herida física que me has hecho y no se compara en lo más mínimo al daño emocional que me dejaste. Cargo sobre mis hombros con un peso mayor al del castillo entero.

Aunque estés muerta, vives adentro mío. Es imposible arrancarte del alma.

Siempre soñé con matarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora