21. Obsesión

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Crowley trataba de entablar conversación con Aziraphale. De volver a verlo. 


Pero desde ese día en que le había ducho las cosas tal cual, que le había revelado la verdad, el Conde había marcado distancia. 


Ya no le permitía estar cerca de él. 


Ni siquiera lo dejaba entrar a la mansión. 


Todo el asunto contable, ahora era llevado a cabo directo en la casa de Crowley. 

Los sirvientes de la casa Fell le habían hecho llegar todos los documentos  necesarios. 

Y Crowley mandaba cartas, tratando de obtener una explicación a todo esto. 


Aziraphale lo alejaba, y eso no le gustaba. 


El alfa no quería llegar a un punto...donde tuviera que hacer hasta lo imposible con tal de verlo. 

Pero la necesidad de ver a Aziraphale, era más fuerte.




2 semanas después

Crowley llegaba cada día, esperando a que Aziraphale le dejara entrar. 

Y esperaba por él. 

Los primeros días había sido de ese modo. Crowley llegaba con el fin de poder hablar con Aziraphale, sin importar la hora, él estaba ahí, presente e insistente.  Pero era obvio que llegaría un punto en que su paciencia se terminaría. 

Tal como ahora, donde después de esperar a que le permitieran pasar, simplemente no pudo lograrlo, Aziraphale no se prestaba para hablar. 

Estaba tan cerca de él, pero a la vez, tan lejos... y le resultaba insoportable la distancia que este Conde había impuesto. 

Regresaba a su casa molesto. Había esperado horas en ese lugar. Pero simplemente, era difícil entrar. 


Lo rechazaba. 


Le negaban la entrada en su propia cara, aunque fuera por trabajo. 



Llegando a casa, Anathema notó a su jefe molesto. 

—Esto es ridículo, en verdad que lo es —Llegaba lanzando su ropa al suelo. Y por supuesto, cargaba con documentos de la casa Fell, y también los lanzaba al escritorio. 

Intentar hablar con Aziraphale por las buenas, no le estaba funcionando. 

Cartas, recados, mensajes mandados mediante los sirvientes, y mensajes incluso para Maggie, con tal de que ella le apoyara. Nada hacía cambiar la opinión de Aziraphale. 

Anathema, tenía un té caliente para intentar calmar los nervios del alfa.

—Debería calmarse... ¿Acaso hizo algo malo para que el Conde le esté negando la entrada?...Podría disculparse...mandando más cartas — Trataba de ser de ayuda para él.

—Más cartas...claro...como las miles que le he mandado desde hace dos semanas....¿Qué más quiere él de mí? — Preguntaba, intentando obtener alguna buena respuesta de esto.

PECADO DE ALFA (SEGUNDA VIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora