5. Reunión

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Crowley despierta totalmente adormilado. Con un poco de resaca, pero nada que no aliviara una sopa caliente.

Sentía un terrible dolor de cabeza.

Y algo que no había notado, era la habitación. Algo confundido por haberse quedado en esta mansión y no irse como correspondía. Él ni siquiera debió haberse quedado.

Sin embargo, él sabía que ya era momento de irse. La luz del alba aun no era tan perceptible. Por lo que sabía que era demasiado temprano. 

Se dirigió al baño de la habitación con el fin de quitarse algo del olor a alcohol. Debía bañarse, y ver un modo de lavar este traje que no llevaba mas que el primer uso, y estaba hecho un desastre. Por lo que después de tomarse un buen baño y vestirse con la misma ropa de ayer, estaba listo para irse. 

El alfa recorrió todos los pasillos. La mansión era enorme, y con muchas habitaciones, por lo que no comprendía la forma en que el Conde viviera aquí y no se perdiera en todas. Pero encontró las escaleras. Bajó cuidadosamente, para luego encontrarse con una escena inesperada. Logró encontrar al Conde. Pero este estaba sentado, absorto en su lectura, y con la luz del amanecer iluminando toda la sala. Aziraphale se mantenía muy sereno...y Crowley lo veía a la vez, lo veía vulnerable. 

No comprendía porqué, pero verlo tan calmado...

Ambos se miraron a los ojos. Y por muy difícil que fuera, en ese instante, algo ocurrió porque ninguno de los dos podía explicar porqué se sentían unidos...de una forma inquietante. 

—Buenos días Conde — Anthonny rompió un poco el contacto visual.

—Buenos días, señor Crowley — Aziraphale tampoco podía explicar esto — Veo que no trae sus lentes el día de hoy — El conde trataba de mantener una conversación ligera, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. Usaba el libro ahora como una distracción para no verlo directamente. Y habia una mezcla de emociones que le decían que debía huir, pero a la vez, no podía obedecer a estas. Crowley no representaba un peligro...y sin embargo...

—No...amm...los guardé. No los necesito ahora — Sin saberlo, los había roto. Pero era bueno que tuviera más lentes de ese tipo en casa. El no usarlos como de costumbre le parecía extraño, aunque extrañamente frente al Conde, no sentía esa incomodidad.

—No recuerdo haberlo visto sin ellos —Aziraphale solo lo había visto sin sus lentes pocas veces...pero en ese sueño.

No entendía porque no podía separar al alfa de ese personaje tan cruel y malvado que seguía persiguiéndolo en sus sueños...

—Bueno, eso es porque la luz no me lastima ahora. Me sienta bien — Crowley sonrió ante la luz tenue que se filtraba en el salón elegante y acogedor. 

Aziraphale no dijo nada en un buen rato. Esta mirada tan apacible, tan calmada de Anthonny...y los ojos del alfa eran un atractivo que no podía negar.

Crowley aún tenía ese atractivo que lo hacía sonrojar...inexplicablemente. 

—Claro...usted tiene unos ojos agradables — No lo pensó demasiado. Solo lo dijo. Y el Conde inmediatamente se sorprendió de sus palabras — ¡Quiero decir! ...que...bueno, es raro verlo sin sus lentes, solo eso. No hay más. Enserio —Aziraphale inmediatamente dirigió su mirada al libro, además que se notaba sonrojado. 

Crowley notó esto, escondiendo una ligera sonrisa al ver al Conde actuar de ese modo, aunque sorprendido también por estas palabras. 

—Gracias Conde — respondió en voz baja y suave. Era momento de irse — Me retiro. Nos vemos mas tarde. Y de nuevo...gracias por dejarme descansar en su mansión. Se lo retribuiré — El pelirrojo se inclina ligeramente y se despide. 

PECADO DE ALFA (SEGUNDA VIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora