2. Independiente.

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Los Ángeles, Estados Unidos.

Emma Miller.

Anoche mis ojos se cerraron de un momento a otro, las imágenes se fueron opacando y de ahí no recordé nada más.

Está haciendo un día soleado, de esos que son ideales para un día de playa, pero hoy ese plan no está incluido en mi agenda. Aún se me hace imposible levantarme por completo de la cama. Miro al techo con el cuerpo posicionado verticalmente y totalmente estirado, pasando suavemente mis manos por el rostro, tengo migraña, ganas de vomitar y aún no dejo pensar en todo lo que sucedió ayer.

El dolor de cabeza me hace sentir la cabeza a punto de estallar. El alcohol, los cócteles y todas las bebidas mezcladas ayer, son las causantes de lo que ahora mismo siento y que son un impedimento para levantarme de mi acogedora cama.

Estoy tan concentrada en mis pensamientos, que me hacen sentir un dolor interior, se supone que cuando se ama a alguien no se le hace sufrir, pero él ayer, no tuvo remordimientos por nada y no le importó.

Trato de poner en orden los pensamientos que me aturden tratando de poner mi mente en blanco. Siento un agobiante y fuerte dolor de estómago que me provoca náuseas que termino por aliviar vomitando a un lado de mi cama.

Ayer comencé a ingerir de a montones cualquier clase de bebida alcohólica que además de su cantidad, la velocidad en la que las bebía hacía que mi garganta quemara.

Luego de varios y desagradables minutos, acabo de limpiar todo lo causado. Son las nueve y media de la mañana y aún me siento con resaca. Entro al baño y enciendo algunas velas aromáticas que hacen del ambiente un lugar de total relajación.

Deslizo por mi cuerpo el vestido de anoche con el cual dormí. Mi cuerpo queda totalmente al desnudo y me introduzco en la bañera que había estado preparando mientras me quitaba la ropa, agrego un par de bombas de baño que había estado guardando para cuando llegara el momento indicado y claramente era hoy.

Coloco música de relajación y paso mis manos por los pechos, humedeciéndolos, bajo por el abdomen asegurándome de enjabonar todo el cuerpo, tratando de aclarar mi mente y corazón que aún piensan en él después de todo, pero extrañamente sin rastro de amor, es más como el dolor de la decepción que aún me hace pensar y cuestionar mis sentimientos hacía él.

Me sumerjo en la bañera, mojando mi cabello por completo, sintiendo la ausencia de resaca y dolor. Me siento en ella, y con ayuda de una barra de jabón que paso por cada centímetro de mi cuerpo, solo queda enjuagar todas aquellas partes en las que lo rocié.

Salgo del agua y coloco a mi alrededor, una toalla de algodón que me cubre, además de que me calienta, algo justo para evitar el frio. La toalla cae de mi cuerpo, mientras aplico crema humectante en todo mi cuerpo, coloco mis bragas y un top cómodo para todo lo que haré, y por último me coloco unos leggings deportivos que combinan con mis tenis.

No llevo maquillaje, además de un lip gloss que les da brillo e hidratación a mis resecos labios. Como peinado me hago una cola alta, algo rápido y sutil.

Agarro mi móvil y una pequeña cartera que se encuentra a mi alcance. Me dirijo hasta la habitación de Mic, doy algunos toques, pero no recibo respuesta de su parte y su puerta está asegurada.

Así que bajo hasta el primer piso, mis padres están sentados en el sofá y sus miradas se centran en mí al notar mi presencia.

— Emma, hasta que te dignas a levantarte, pensamos que no lo harías, ¿Cierto cariño? — mamá deja su móvil a un lado y mi padre, que se encontraba leyendo un libro, coloca su atención en ella.

Superar lo ¿prohibido? | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora