Los Ángeles, California.
Emma Miller.
Manejo por la extensa carretera a una alta velocidad en donde ningún vehículo pasa.
Salí desde temprano de casa, todavía no puedo dormir por las noches, sus palabras aún se repiten incansablemente por mi cabeza. Trato de concentrarme simplemente en descansar, pero no paro de dar vueltas y más vueltas en la cama.
Jack Jones no ha dejado de llamarme desde las últimas cuarenta y ocho horas, sigue insistiendo en que volvamos a hablar lo mismo que ya discutimos, en arreglar algo que ya está dañado, algo que ya se había acabado hace mucho tiempo y solo fingíamos que no. Hace unas horas cambié mi número telefónico a ver si así obtengo esa paz que él no me da.
Las tazas de café que se acumulan en mi habitación tienen mucho que ver en mi insomnio. Y es inevitable no seguir acumulándolas, me ayudan a centrarme un poco más en mis proyectos y el alcance de mis notas musicales.
El sol amaneció con mayor energía que de costumbre haciendo que el día sea mucho más iluminado y caluroso. También hay viento y las palmeras que rodean la carretera, se mueven de un lado al otro con vigor.
Paso una de mis manos por el volante para hacer una pequeña curva, y con la otra bebo un sorbo de granizado, que me hidrata bajo el clima que hace hoy. Bajo la visera del auto y me coloco los lentes de sol.
Llevo puesto un vestido desmangado para sobrevivir en el horno que parezco estar, y una chaqueta de jean para cubrirme al salir del carro.
Cierro la puerta del auto para encontrarme con Micaela que recién termina su jornada en la universidad. Quedamos en ir juntas a un restaurante que abrió sus puertas hace poco menos de dos semanas.
Me enfoco en el teléfono, revisando el chat que tenemos en común con las chicas, también quedamos en vernos al anochecer. Chloe insistió en un plan del cual no tenemos idea de qué se trata, pero sin dudar la seguiríamos en sus locuras.
— ¡Emma! — exclama Mic abrazándome por detrás. — Hoy fue un día horrible, ser abogada será algo agotador, creo que todos mis profesores me odian. — se queja bebiendo de su botella de agua.
Entramos en el auto, y lo enciendo cuando ambas estamos listas.
— Bueno Mic, ¿qué te digo? No será fácil, pero yo sé que tú lo vas a lograr. La empresa necesita tu título pronto. Serías la abogada perfecta para no dejar que nos la arrebaten. — presiono el freno de pie para luego girar la llave.
— Amo que siempre encuentras la forma de levantarme los ánimos hermanita. — aprieto su mano esbozando una sonrisa cuando termina de decirlo —. Emma, y yo estoy segura que, aunque no quieras ser parte de la empresa familiar, cantando o haciendo lo que de verdad te gusta, enorgullecerás a toda la familia, en especial a mí.
— Eso espero Mic, la verdad es que no veo la hora que todo se arregle. — frunzo los labios pensativa.
— Yo igual, no es justo que la empresa se venga abajo sin tener otras opciones como solución.
Tanto Micaela como yo nos quedamos mudas durante un rato, cada una ocupada en sus pensamientos internos, lo que la empresa vive es difícil para todos por igual, pero nos mortifica saber que nuestros padres son quienes lo viven más de cerca.
Decido contarle sobre lo sucedido con Jack hace dos días, nadie más lo sabe y necesito escupirlo.
— Cuando no estabas en casa antes de ayer llegó Jack, tuvimos una fuerte discusión. — resoplo —. Antes de irse me advirtió que no sería la última vez que lo vería y sin mentirte, me dio algo de miedo Micaela. Nunca lo vi así.
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Superar lo ¿prohibido? |+18
RomanceDurante una noche inesperada y deseada que termina en alcohol y pasión, ella lo conoce a él, un chico mayor que ella y del cual no conoce ni su nombre. En medio de una noticia sorprendente y un tanto dolorosa termina por descubrir los lo sentimiento...