Cap 01

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Jennie Pov.

Tengo diecisiete años cuando la conozco.

Diecisiete años y estoy loca por Kai.

—Jennie, vamos, me aburro — dice Irene, sentada conmigo en las gradas viendo el partido. Fútbol americano. No sé nada de fútbol, pero finjo que me encanta porque es donde puedo verlo. Allí, en ese campo, mientras entrena cada día.

No soy la única chica que mira a Kai, claro. Es el quarterback y el más buenorro del mundo... o por lo menos de Oak Lawn, un barrio residencial de Chicago, Illinois.

—No es aburrido -le digo-. El fútbol es divertidísimo.

Irene pone los ojos en blanco.

—Ya, ya. Anda y ve a hablar con él. No seas tímida. ¿Por qué no haces que se fije en ti?

Me encojo de hombros. Kai y yo no nos movemos en los mismos círculos. Las animadoras se le pegan como lapas y llevo observándolo bastante tiempo para saber que le van las rubias altas y no las morenas bajitas.

Además, por ahora es divertido disfrutar de esta atracción. Sé qué
nombre tiene este sentimiento: lujuria. Hormonas, así de simple. No sé si me gustará Kai como persona, pero me encanta como está sin camiseta. Cuando pasa por mi lado, noto que se me acelera el corazón de la alegría. Siento calor en mi interior y me entran ganas de removerme en el asiento.

También sueño con él. Son sueños sensuales y eróticos donde me coge la mano, me acaricia la cara y me besa. Nuestros cuerpos se tocan, se frotan el uno con el otro. Nos desvestimos.

Trato de imaginar cómo sería el sexo con Kai. 

El año pasado, cuando salía con Mino, casi llegamos hasta el final, pero entonces descubrí que se había acostado, borracho, con otra chica
en una fiesta. Acabó arrastrándose cuando me enfrenté a él, pero ya no
podía Fiarme y rompimos. Ahora me ando con mucho más ojo con los chicos con los que salgo, aunque sé que no todos son como Mino.

Pero puede que Kai sí lo sea. Es demasiado popular para no ser un
mujeriego. Aun así, si hay alguien con quien me gustaría hacerlo por primera vez, ese es Kai, sin duda alguna.

—Salgamos esta noche -dice Irene-. Noche de chicas. Podemos ir a Chicago a celebrar tu cumpleaños.

—Mi cumpleaños no es hasta la semana que viene — le recuerdo,
aunque sé que tiene la fecha marcada en el calendario.

—¿Y qué? Podemos adelantar la celebración.

Sonrío. Siempre está a punto para la fiesta.

—No sé. ¿Y si vuelven a echarnos? Esos carnets no son muy buenos...

—Iremos a otro sitio. No tiene por qué ser el Aristotle.

El Aristotle es el club más molón de la ciudad. Pero Irene tenía razón... había otros.

—De acuerdo -digo— Hagámoslo. Adelantemos la fiesta.

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Irene me recoge a las nueve.

Va vestida para salir de fiesta: unos vaqueros ceñidos oscuros, un top
brillante sin tirantes de color negro y botas de tacón hasta las rodilla. Lleva la melena pelinegra completamente lisa y suave, que le cae por la espalda como una cascada radiante.

Sin embargo, yo aún llevo puestas las zapatillas de deporte. Tengo los zapatos de tacón dentro de la mochila que dejaré en el coche de Irene. Un jersey grueso esconde el top sexi que llevo. No me he maquillado y llevo la melena castaña recogida en una coleta.

Amor Posesivo || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora