Cap 04

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Jennie Pov.

Cuando pienso en ese día, no entiendo el comportamiento que tuve. No entiendo cómo no me rebelé más, ni por qué no intenté huir de nuevo. En parte, no fue una decisión racional,
colaborar para evitar el dolor no fue una acción premeditada.

No, actúo por puro instinto y mi instinto es entregarme a ella.

Me deja en la cama y yo me quedo allí tendida. Estoy demasiado cansada por el forcejeo de antes y sigo un poco atontada por la droga.

Lo que está pasando es tan surrealista que no termino de procesarlo. Es como si estuviese viendo una obra de teatro o una película. No puede ser que me esté pasando esto. No puedo ser yo la chica a la que han drogado y secuestrado y que permite que su secuestradora la toque y manosee por todas partes.

Las dos estamos tumbadas de lado, una frente a la otra. Noto sus manos sobre mi piel. Son un poco ásperas y están encallecidas; cálidas en contacto con mi piel helada. Son fuertes, aunque ahora mismo no está empleando la fuerza. Podría doblegarme con facilidad, como ha hecho antes, pero no hace falta; no me estoy resistiendo. Estoy flotando en una neblina confusa y sensual.

Me vuelve a besar y me acaricia el brazo, la espalda, el cuello, el muslo... Su roce es suave pero firme, es como si me estuviese haciendo un masaje, salvo que noto que lleva intenciones sexuales.

Me besa el cuello, mordisquea con suavidad la parte sensible de la clavícula, y me estremezco de placer. Cierro los ojos. Esa inesperada delicadeza es desconcertante. Sé que debería sentirme violada, y así es, pero también me siento extrañamente querida.

Con los ojos cerrados, finjo que esto es solo un sueño; una oscura fantasía como las que tengo a veces por las noches. Esto hace soportable que esta extraña me haga estas cosas.

Con una de las manos en mis nalgas, me masajea la suave piel. La otra mano me sube por el vientre, por el tórax... Llega hasta los pechos, me agarra el izquierdo con la palma y lo aprieta con delicadeza. Tengo los pezones duros y me gusta cómo me toca; es casi relajante. Mino ya me había hecho esto antes, pero no de esta manera. Nunca me había sentido así.

Sigo con los ojos cerrados mientras me inclina sobre mi espalda. La tengo casi encima de mí, pero la mayor parte de su peso está sobre la cama. No quiere aplastarme, me doy cuenta y lo agradezco.

Me besa la clavícula, el hombro, el abdomen. Su boca es cálida y me deja un rastro húmedo en la piel.

Después cierra los labios alrededor de mi pezón derecho y lo chupa. Me arqueo y siento algo de presión en el vientre. Vuelve a hacer lo mismo en mi otro pezón y la presión en mi interior crece, se intensifica.

Ella lo siente. Sé que lo siente porque su mano se aventura entre mis muslos y nota la humedad.

—Buena chica —susurra mientras acaricia mis pliegues—. Eres tan
dulce, tan obediente... respondes tan bien.

Empiezo a gimotear cuando sus labios bajan por mi cuerpo, su pelo me hace cosquillas. Sé qué intenciones lleva y me quedo en blanco cuando llega a su destino.

Por un segundo intento resistirme, pero me aparta las piernas sin ningún esfuerzo. Me palpa con delicadeza, me aparta los labios menores y los besa, desencadenando una explosión de calor por todo el cuerpo. Su habilidosa boca lame y mordisquea alrededor de mi clítoris hasta que
empiezo a gemir; lo rodea con los labios y lo chupa suavemente.

El placer es tan fuerte, tan abrumador, que abro los ojos.

No sé qué me está pasando y me aterra. Ardo por dentro, siento los
latidos entre las piernas. Me late tan rápido el corazón que no puedo controlar la respiración y jadeo. Forcejeo un poco y ella suelta una leve
risa. Noto el aire de su respiración en mi piel sensible. Me retiene con facilidad y sigue con lo que estaba haciendo. La presión en mi interior es
cada vez más insoportable. Trato de zafarme de su lengua, pero mis movimientos parecen acercarme al borde de algo casi inalcanzable.

Amor Posesivo || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora