La verdad.

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Capítulo 22.
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Pasaron algunos días desde el enfrentamiento con Vilgax. En ese entonces, sucedieron varias cosas. El abuelo Max se recuperó rápido de sus heridas, o al menos lo suficiente como para poder volver a conducir.

Ya en el camper, la familia salía de Rapid City. Ben estaba algo tenso y nervioso, algo que no es habitual en él. Gwen observaba su laptop, investigando temas de interés, mientras Max conducía en silencio. El ambiente en el camper era vacío. Max decidió ser el primero en hablar.

—Muy bien, chicos, es momento de que les cuente mi historia con Vilgax y lo que hacía yo en mi juventud —habló Max, apretando sus manos sobre el volante, sintiendo nervios.

—Ya era hora. La verdad, después de lo que pasó el otro día y de lo extraño que actuaste, sentí que no podía más —dijo Gwen, frustrada.

—Bien, abuelo, habla —dijo Ben, frotándose las manos, todavía tenso.

Max suspiró y, tras pensar unos segundos en las mejores palabras, decidió hablar.

—Como les dije, trabajé en mi juventud con los Plomeros. Oficialmente, no existíamos. Resolvimos problemas relacionados con extraterrestres para evitar que la gente común llegara a encontrarlos —Max fue directo al explicar.

Ben y Gwen quedaron impresionados, pero rápidamente Ben se emocionó. Todo su estado tenso y nervioso desapareció al escuchar la noticia.

—¿¡Wow, como en esa película!? ¿Y usaban trajes y gafas negras? ¿Le borraban la memoria a la gente? ¿Tenían nombres secretos como Agente M y Agente K? ¿Puedo ser el Agente B? —preguntó Ben, emocionado por la idea de imaginar a su abuelo como un superagente secreto que lucha contra extraterrestres.

Gwen, aunque intrigada, decidió comportarse de forma más madura y preguntó:

—¿Y gracias a eso conociste a Vilgax? —preguntó Gwen.

—Mi historia con Vilgax es algo complicada. En vez de contarles desde el inicio, preferiría empezar por el final. Así podrían comprenderme un poco más —Max habló con un tono calmado, pero melancólico.

—Adelante —dijo Gwen, cerrando su computadora y prestando atención. Ben la acompañó, sentándose para escuchar.

—Creo que fue hace veinte años. En ese tiempo, yo era más delgado. La gente escuchaba Holding Out for a Hero casi tanto como lo hacen ahora desde que salió esa película, y se oía la música del Tetris en cualquier lugar donde hubiera jóvenes cerca —dijo Max, divagando. Al percatarse de esto, se aclaró la garganta y continuó.

—Durante una noche, Vilgax invadió una estación militar de los Estados Unidos. Amenazó con destruir una ciudad, pero ese no era realmente su objetivo. No, si quisiera destruirla, lo habría hecho con sus propias armas. Su verdadero objetivo era yo. Sabía que aparecería rápidamente para detenerlo, especialmente en ese lugar donde operábamos mi compañero y mejor amigo, Phil, y yo —comentó Max, concentrado en el camino.

—¿Se podría decir que tú eras el Agente M y Phil el Agente P? —preguntó Ben emocionado.

(No fue intencional al inicio, vale?)

Max no respondió nada y solo continuó hablando. Su expresión era melancólica, pero al mismo tiempo denotaba nostalgia.

—Llegamos a luchar, con nuestros trajes y nuestras armas listos para detener a Vilgax. Tuvimos un enfrentamiento, y... —la expresión de Max cambió a una de dolor. Parecía que contar la historia le resultaba difícil.

—Abuelo, ¿todo bien? —preguntó Gwen preocupada.

—Durante el combate, Vilgax hirió gravemente a Phil. Logré atrapar a Vilgax, golpeándolo contra un misil, y cambié la trayectoria del misil para que golpeara su nave. Y así fue. Vilgax explotó contra su propia nave, y pensé que se había acabado para siempre. Cuando fui a buscar a Phil, él estaba muy herido... —comentó Max, poniéndose tenso al recordar ese momento.

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