۝5

3 0 0
                                    




A medida que el verano avanzaba, la relación entre Tsukishima y Yamaguchi continuó floreciendo. El equipo de Karasuno estaba en plena preparación para el torneo de verano, y cada entrenamiento se volvió más intenso y emocionante. Ambos jugadores se apoyaban mutuamente, fortaleciendo no solo su conexión personal, sino también su habilidad en el voleibol.

Una tarde, después de una práctica agotadora, Tsukishima se dio cuenta de que Yamaguchi estaba más callado de lo habitual. Al acercarse a él, notó que su expresión era seria y reflexiva.

—¿Tadashi, estás bien? —preguntó, preocupado.

—Sí, solo… estoy pensando en el torneo —respondió Yamaguchi, un poco nervioso—. Hay mucha presión, y no quiero decepcionarte.

Tsukishima sintió un tirón en su corazón. Sabía lo mucho que Yamaguchi se esforzaba por ser un buen jugador y un buen compañero.

—Tú nunca me decepcionas, Yamaguchi. Lo que importa es que des lo mejor de ti. Si fallas, no es el fin del mundo —dijo Tsukishima, tratando de ofrecerle apoyo.

—Lo sé, pero a veces siento que tengo que demostrarme a mí mismo que puedo ser tan bueno como los demás. Quiero que estés orgulloso de mí —admitió Yamaguchi, con una mirada de vulnerabilidad.

Tsukishima se sintió aún más conmovido por la sinceridad de su amigo. Se acercó y le puso una mano en el hombro.

—Yo ya estoy orgulloso de ti. Eres un gran jugador, y lo que más importa es que eres un buen amigo. No tienes que compararte con nadie más —le aseguró.

Yamaguchi sonrió, agradecido por las palabras de aliento, pero aún había un rayo de preocupación en sus ojos. Tsukishima decidió que necesitaban un poco de diversión para despejar la mente antes del torneo.

—¿Qué tal si vamos a ver una película este fin de semana? Así podremos relajarnos un poco antes del gran día —propuso Tsukishima, sintiéndose más seguro de que eso ayudaría a Yamaguchi.

—¡Eso suena genial! —exclamó Yamaguchi, su ánimo mejorando al instante—. ¿Qué película quieres ver?

—Podemos ver algo de acción. Siempre he querido ver una de esas películas de superhéroes que tanto te gustan —dijo Tsukishima, tratando de mantener una actitud despreocupada.

Cuando llegó el fin de semana, ambos se encontraron en la sala de cine. La experiencia fue divertida; se reían de los momentos cómicos de la película y compartían sus snacks favoritos. Tsukishima disfrutaba de la emoción de estar con Yamaguchi y de ver cómo su rostro iluminado reflejaba su alegría.

Al salir del cine, Yamaguchi lo miró con gratitud.

—Gracias, Kei. Realmente necesitaba esto. Me siento más relajado ahora —dijo, sonriendo sinceramente.

Tsukishima se sintió aliviado al ver a Yamaguchi más feliz. En ese instante, supo que estaban listos para el torneo.

El día del torneo llegó, y la atmósfera en la cancha era electrizante. Los equipos competían intensamente, y la emoción crecía con cada punto. Karasuno estaba preparado para darlo todo.

Cuando llegó el momento del primer partido, Tsukishima y Yamaguchi se alinearon junto a sus compañeros. Al mirar a su alrededor, Tsukishima sintió que la presión aumentaba. Pero cuando se giró y vio a Yamaguchi sonriendo, sintió una oleada de confianza.

El partido comenzó y ambos jugaron con todo su corazón. Tsukishima mostró su habilidad en el bloqueo, mientras que Yamaguchi se destacó en la recepción y los ataques. A medida que avanzaba el juego, la conexión entre ellos se volvía más fuerte, y sus movimientos se sincronizaban casi perfectamente.

Karasuno ganó el primer partido, y la celebración fue ensordecedora. Los compañeros de equipo se abrazaban y se animaban unos a otros. Yamaguchi y Tsukishima se buscaron entre la multitud, y cuando sus miradas se encontraron, ambos sonrieron, sintiendo una profunda conexión.

—¡Vamos a por el siguiente! —exclamó Yamaguchi, mientras chocaban los puños.

A medida que avanzaban en el torneo, Tsukishima y Yamaguchi continuaron brillando. Cada victoria fortalecía su vínculo y aumentaba la confianza en sus habilidades. En el último partido del torneo, se enfrentaron a un equipo formidable, pero estaban decididos a luchar hasta el final.

El juego fue intenso y reñido. Cada punto era una batalla, y ambos jugadores se esforzaban al máximo. En un momento crucial, el equipo contrario lanzó un poderoso ataque, pero Tsukishima saltó en el momento adecuado y logró bloquear la pelota con precisión. La multitud estalló en vítores.

—¡Bien hecho, Kei! —gritó Yamaguchi desde la línea.

Con el impulso de ese momento, Karasuno aprovechó la oportunidad y, después de un intenso intercambio, Yamaguchi recibió un pase perfecto. Con una mezcla de determinación y confianza, se lanzó a la red y remató el punto decisivo.

La victoria fue celebrada con euforia. Karasuno había ganado el torneo, y Tsukishima y Yamaguchi se abrazaron, sintiendo que todo su arduo trabajo había valido la pena. La felicidad en sus rostros era innegable.

Esa noche, el equipo salió a celebrar una vez más. Mientras estaban en un restaurante, Tsukishima notó que Yamaguchi estaba más callado que de costumbre. Se acercó a él.

—¿Tadashi, qué pasa? ¿Estás cansado? —preguntó, preocupado.

Yamaguchi se sonrojó un poco, pero alzó la vista para encontrarse con la mirada de Tsukishima.

—No, es solo que… siento que este ha sido uno de los mejores días de mi vida. Gracias por todo, Kei. No solo por el torneo, sino por estar a mi lado. Me has hecho más fuerte —admitió, su voz temblando un poco.

Tsukishima sonrió, tocado por sus palabras.

—Tú también me has hecho más fuerte. Y no solo en el voleibol. Te agradezco por ser quien eres. Nunca dudes de tu valor, Yamaguchi —dijo, con sinceridad.

Cuando regresaron a casa esa noche, la luna brillaba intensamente en el cielo. Mientras caminaban juntos, Tsukishima tomó la mano de Yamaguchi, entrelazando sus dedos. Era un gesto simple, pero para ambos significaba mucho.

—Tadashi, quiero que sepas que, sin importar los desafíos que enfrentemos en el futuro, siempre estaré a tu lado. Esto es solo el comienzo —declaró Tsukishima, mirando a Yamaguchi a los ojos.

Yamaguchi sonrió ampliamente, sintiendo su corazón latir con fuerza.

—Y yo siempre estaré contigo, Kei. Quiero seguir creciendo juntos, no solo en el voleibol, sino también en la vida.

Mientras caminaban hacia su futuro, sabían que cada victoria y derrota los uniría aún más. Con su amor como base, estaban listos para enfrentar lo que viniera, sabiendo que juntos podían superar cualquier obstáculo.

𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐..๛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora