Mientras Tsukishima y Yamaguchi continuaban su paseo por el parque, el ambiente se volvía cada vez más romántico. Las luces de la luna se reflejaban en el estanque, creando un escenario perfecto para dar rienda suelta a sus sentimientos. Tsukishima, sintiéndose impulsado por la emoción del momento, decidió que era el momento perfecto para expresar lo que sentía.
—Mua, bésame —dijo con una sonrisa traviesa, girándose hacia Yamaguchi, mientras su rostro se iluminaba con la complicidad de lo que acababan de compartir.
Yamaguchi, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban, no pudo evitar sonreír.
—¿Así que estás pidiendo un beso, Kei? —respondió, divertido y nervioso a la vez.
Tsukishima se acercó un poco más, mirando a Yamaguchi con intensidad. La cercanía hacía que su corazón latiera más rápido.
—Quizás lo estoy —respondió con confianza, sus ojos fijos en los de Yamaguchi—. Pero solo si tú también quieres.
Yamaguchi sintió que el mundo a su alrededor desaparecía. La tensión en el aire era palpable, y no podía negar lo que quería. Sin poder contener su emoción, se acercó un paso más y murmuró:
—Claro que quiero.
Ambos sonrieron y, casi instintivamente, se inclinaron el uno hacia el otro. Esta vez, el beso fue más profundo, lleno de la conexión que habían construido a lo largo de los meses. Tsukishima sintió la suavidad de los labios de Yamaguchi, y una sensación de calidez se esparció por su pecho.
El beso se convirtió en un momento atemporal, donde solo existían ellos dos. Se separaron un poco, sus frentes tocándose, riendo suavemente por la felicidad que compartían.
—Vaya, no esperaba que eso sucediera —dijo Tsukishima, todavía sorprendido.
—Yo tampoco, pero estoy muy feliz de que haya pasado —respondió Yamaguchi, sonrojándose pero sintiéndose seguro en esa nueva intimidad.
Con el corazón lleno de alegría, continuaron su paseo tomados de la mano, sabiendo que este momento había sido solo el inicio de una hermosa aventura juntos. Cada paso los acercaba más, y cada palabra que intercambiaban los llenaba de felicidad. El futuro se veía brillante, y lo enfrentarían juntos, siempre apoyándose el uno al otro.