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Decidí junto a mi amiga y una de sus esposas ir a hospedarme los dos días antes de partir en su casa. Tampoco es que Dahyun me haya dado opciones u opinión. Fue una decisión que tomó seriamente, y nadie podía contradecirla si no quería morir a temprana edad. Así que Dahyun y Momo me ayudaron a empacar ropa y cosas esenciales.

Usamos alrededor de dos horas y media para empacar mis cosas, y en ese tiempo no apareció Mina ni Sana. Me genera mucha curiosidad por qué se fue sin dirigirme la palabra antes. Me causa molestia, también.

Por estar tan distraída pensando en ella, al terminar de empacar, sentí que algo faltaba por guardar. Pero como no descifré qué, hice caso omiso y seguí prestándole atención a Dahyun.

—Me sorprende no encontrar lencería erótica. ¿En serio eres tan inocente? —El comentario fuera de lugar de Dahyun prendió mis mejillas por la vergüenza, ya que Momo aún seguía ahí.

No le tenía confianza a ella, y que Dahyun haya dicho tal cosa, me hizo taparme el rostro.

Momo, como si ya estuviera acostumbrada a eso, carcajeó y negó con la cabeza. —Eres demasiado imprudente, cariño.

—¡Es normal! Somos mejores amigas, casi hermanas de sangre. Sé de Chaeyoung más de lo que su ángel de la guardia podría saber. Pero admito que esperé encontrar al menos un set de lencería erótica. Revisé todos los cajones y nada. Amiga, me has decepcionado. —Oculté más mi rostro y evité completamente el contacto visual con mis mayores.

—¿Qué pasó? ¿Por qué Chaeyoung está así?

Como si el universo realmente me odiara, Mina y Sana llegaron justo cuando Dahyun terminó su comentario totalmente vergonzoso. La voz grave de Mina hizo eco en toda la habitación.

—Ah, mira, ya llegó quién te va a hacer comprarla por fin.

Reaccioné de inmediato y fui a darle un golpe en el hombro. Ella expresó su dolor y se masajeó.

—¿Eh? —Mina nos miró atentamente, desconcertada y pidiendo explicación.

—¿Por qué hay maletas? —Sana fue al grano. Era raro verla seria y no bromista como acostumbraba a ser.

—¿Y tú por qué estás así? —Le cuestionó mi amiga con las manos en la cintura.

No escuché la respuesta que le dio la japonesa porque la sexy empresaria se acercó a mí con seguridad. Tuve que dar un paso atrás porque me intimidó un poco.

—Problema solucionado. —Fruncí el ceño. ¿A qué se refería? —Ese hombre ya no es un peligro para ti. —Aclaró.

Su mirada era neutra y su rostro inexpresivo. —Eh..., gracias. ¿Puedo preguntar qué hiciste para hacerlo cambiar? —Pregunté tímidamente.

Ella sonrió y dio un paso más. Era mucha cercanía para unas desconocidas.

—Mis hombres, Sana y yo arreglamos todo. Ya no tienes de qué temer.

Aún así, no respondió a mi pregunta.

No me armé de valor para volver a cuestionarla, así que asentí con la mirada gacha y mis dedos entrelazados. Me sentí como un niña pequeña pasando al frente el primer día de clases.

—Ah, gracias... —Mordí mi labio inferior, nerviosa y sin saber cómo agradecerle correctamente.

Mina vio mis tres maletas. —Momo nos llamó y nos contó del viaje. ¿Realmente quieres ir a Portofino? Puedo llevarte a otro lugar, si así lo quieres.

Mis mejillas se tiñeron y negué. —No. Me gustaría conocer Portofino. Gracias por tu amabilidad.

Al conectar miradas, por fin caí en cuenta de lo que ella hizo hace unas horas. A solas. Estuve en su regazo, sus fuertes manos me sostuvieron y se apretaron en mi pierna. Su cercanía. Su aliento y respiración profunda.

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⏰ Última actualización: Nov 11 ⏰

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𝔒𝔫𝔱𝔬 𝔜𝔬𝔲 ❚ 𝙈𝙞𝘾𝙝𝙖𝙚𝙣𝙜 (ᵍ!ᵖ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora