—¡No tiene ni puñetera gracia, Emily...! —Protestó Jack.
—Sí que la tiene...—Afirmé yo secándome las lágrimas tras intentar que la risa me dejara terminar la frase.
El frunció su entrecejo molesto por mis palabras.
—¿Sabes? Estoy más que harto de tu actitud prepotente en todo este asunto...—Me acusó con dureza.
Jack no era consciente de lo gracioso de la situación y me decepcionó que no tuviera sentido del humor.
Nos habíamos alejado un poco del callejón donde me había atrapado a penas hacía unos instantes. Todavía sentía en mis labios el sabor de su boca. La suavidad de la cara interna de sus labios, su boca ansiosa tomando lo que quería de la mía hasta arrancarme el suspiro que había puesto en evidencia lo que él me hacía sentir.
Pero en esos instantes no era sensato pensar en él en aquellos términos.
—¿Prepotente? Eres tú el que tiene un problema de madurez emocional—. Objeté cruzándome de brazos y volviendo a mirar el móvil para confirmar que efectivamente seguía muerto.
La voz de Jack hizo que se me tensara la espalda.
—Inmaduro ¿Yo?—Dijo enarcando las cejas y señalándose a sí mismo.—Pero ¿qué dices...?
Me mordí los labios.
Claro que era un inmaduro de manual. Pero no quería enfrentarme al fuego de aquellos ojos negros así que bajé la mirada consciente del poder que ejercían mis palabras sobre su ego herido.
Se lo merecía después del mal rato que me había hecho pasar y estaba disfrutando de mi pequeña venganza.
—Sí, por favor... Eres un melodramático.—Dije tratando de quitarle importancia a todo aquel asunto.
Pero él tenía preparada su propia artillería.
—¿Melodramático yo? ¿Te has parado a mirarte tú? Yo no soy quien se ha largado de casa hecho un basilisco.— Me acusó ceñudo.
¿Era posible que tuviera que explicárselo todo?
Yo no tenía la culpa de sus problemas y no podía hablarme como lo había hecho aquella mañana. No podía permitírselo a nadie, ni mucho menos a alguien como él. Yo no era el felpudo de nadie y quería dejárselo bien claro.
—¿Y qué querías? ¡Me has tratado como una basura!— Le recriminé mientras me recolocaba el cabello detrás de la oreja y le sostenía la mirada para hacerle entender mis sentimientos.
Él la apartó.
Algo en mi interior me decía que se daba cuenta de que su comportamiento no había sido adecuado.
Empezaba a relajarme con la esperanza de que mi opinión se abriera paso y se impusiera a la suya. Sin embargo, sus palabras fueron otras.
—Por Dios...¿Y quién está siendo la melodramática ahora?—Inquirió con un cinismo más que notable.
No, no podía creerlo.
El tipo era un inmaduro de manual.
No estaba dispuesta a seguir discutiendo con alguien que no estaba dispuesto a admitir sus errores, ni a pedirme disculpas. Porque las necesitaba, necesitaba eso para poder construir con él algo parecido a la confianza.
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No me llames en septiembre
ChickLitMe llamo Emily Carrera y soy una persona meticulosa. Me gusta el orden. Siempre he sabido que iba a tener mi propio negocio. Lo que me pone enferma es tener que organizar la boda de mi exnovio. La casualidad ha llamado finalmente a mi puerta gracia...