Capítulo IV

53 8 13
                                    

—No puedo creer que quisieras  endosarle  eso a mi hermano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No puedo creer que quisieras  endosarle  eso a mi hermano...—Dijo él.—Esas raciones eran ridículas, en serio.—Dijo Jack riéndose.

 Y yo no podía creer que hubiese sido capaz de montarme aquella escena. Tras disculparme, tuve que tomarlo del brazo y sacarlo de allí.

—No es cierto. Son profesionales y exclusivos. Tienen entre su clientela a lo más selecto de la ciudad y nunca me han defraudado. En serio,  pero a ti ¿Qué es lo que te pasa?.

—Pero es cierto...las raciones cuanto menos son ridículas.—Insistió él.

—No...no lo es. Y no son ridículas. Es alta cocina ¿Qué es lo que esperabas? Las raciones tienen el tamaño habitual. —Yo estaba empezando a ver por dónde iban los tiros. Estaba visto que Jack no me lo iba a poner fácil. Si encontraba pegas a la comida de una empresa como aquella ¿Qué no iba a decir de las siguientes? Yo quería acabar con aquello rápidamente y él parecía disfrutar por momentos,  con mi frustración.

—Te empeñas en ponérmelo difícil, Jack.—Dije mientras tachaba con furia el primer lugar de la lista. 

—Eso no quiere decir que no me gustara, solo que me parece que mi hermano se merece algo más que eso. Esas raciones eran minúsculas y el precio era ridículamente alto ¿No te das cuenta? Me parece que te estaban timando, solo eso.

—¿En serio? 

Él se encogió de hombros y se puso el casco indicándome con un gesto que montara tras él.

— Si eso es lo que opinabas tampoco  hacía falta ser tan sincero. Ahora tendré que ingeniármelas  para que quieran volver a trabajar conmigo.—Dije hosca.

—Si por una razón tan pobre como esa, te rechazan como cliente entonces es que no se merecen tu atención, preciosa. Vayamos al siguiente lugar de esa lista tuya...Y esperemos  que esta vez, sí sea un lugar decente.—Dijo Jack arrancando la moto.

—Está bien, pero esta vez procura  moderarte, por favor.—Repuse encajándome el casco.

—Vale, cariño. Lo tendré en cuenta, pero tú ya sabes que a mi no me gusta mentir...Aunque sea por tí.

Eso último acabó por ofuscarme. 

—Jack ¿Te puedo pedir un favor? —Dije mientras me apretaba contra  su cintura. 

—Dime, preciosa.

—Deja ya  de llamarme cariño y mucho menos preciosa. Lo nuestro fue hace siglos y ya no tenemos esa confianza.— Le dije arrastrando las palabras.

Me sentía sofocada.

—Que yo sepa, " lo nuestro" nunca significó nada, Emily.—Aseguró con una sonrisa ladeada mientras aceleraba la moto.—No sé por qué te ha dado por recordármelo... 

Parecía molesto.

Eso me pasaba por bocazas. 

Recordarlo me hacía sentir débil, estúpida. Me sujeté fuerte a su cintura por miedo a caerme y recordé con claridad meridiana aquella noche,  cuando me sacó de la cervecería. 

No me llames en septiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora