Capítulo V

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Que Jack se empeñara casi obsesivamente en llevarme la contraria  me sacaba de quicio y él  en cambio, parecía estar  en su salsa

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Que Jack se empeñara casi obsesivamente en llevarme la contraria  me sacaba de quicio y él  en cambio, parecía estar  en su salsa. Es mas, yo diría que lo disfrutaba; el muy descarado.

Se divertía con mis exabruptos, mis continuas justificaciones y no lo disimulaba en absoluto. Era insufrible y cuando finalmente lograba que se hiciera el silencio entre nosotros- lo que no era habitual- me arrepentía de haber caído en su juego.

"¿Qué tiene, doce años...?", pensaba con enfado.

Resultaba irritante. 

Sólo había que echarle un vistazo para darse cuenta de que era el prototipo de machirulo pagado de sí mismo al que le encantaba coleccionar números de teléfono, colgar fotos de sí mismo en las redes sociales pasándoselo bien y presumir de su maravilloso tren de vida. 

Porque encima el tipo estaba forrado.

Había conseguido ser un cotizado artista cuyas obras eran solicitadas en las principales galerías de arte del mundo y por otra parte, le encantaba hacer tatuajes. Algo que reservaba solo para ciertos clientes que pudieran permitírselo. 

Un narcisista en potencia...Tenía todo lo que  hacía ponerme en alerta. 

Para qué negarlo.

 Lo odiaba. A él y ahora por extensión a toda su maldita familia de triunfadores. 

Después de todo, me iba a esperar una vida muy triste al lado de un hombre como Chris, que parecía más pendiente de satisfacer sus propias necesidades que de cuidar de nuestra relación. La rutina se había adueñado de todo y por otra parte, nunca tenía tiempo para nosotros. Yo salía sola a ver museos, a cenar con mis amigas, al teatro o al cine. Mientras mi novio me daba largas diciéndome que se sentía casero, que prefería ver películas en las plataformas de streaming  y se excusaba diciéndome  que no tenía tiempo o sencillamente, que no le interesaba compartir aquellas actividades contigo.

—Lo siento, nena. Pero ya sabes que me agobia mucho la gente. Disfruta de la obra con tus amigas. Procura no despertarme cuando llegues...que ya sabes que tengo mucho trabajo.

Y yo le daba un beso, zanjaba el tema con un "está bien, lo comprendo" y lloraba tras la puerta que daba  a nuestro apartamento.  Suspiraba, me dejaba llevar por el llanto en el ascensor y salía a la calle con los ojos hinchados, ojos que se me quedaban como los de un mapache la mayoría de las veces tras arruinárseme el maquillaje. 

Si mi vida se iba a reducir a aquello, empezaba a cuestionarme seriamente en dónde me había metido. O si aquel hombre que compartía conmigo su vida era en realidad un clon extraterrestre sin alma y el verdadero Chris estaba secuestrado en algún siniestro lugar.

Lo nuestro ya no era como cuando empezamos a salir. Antes  sacábamos tiempo para estar juntos y disfrutar de la cultura, de la vida en la cuidad. Cuidad que ahora  parecía haberse convertido en una prisión para los dos. En algo sofocante, lleno de ruidos agresores, gente desconsiderada y estímulos agobiantes que te incitaban a comprar y consumir sin descanso. Desde que Chris teletrabajaba parecía haber perdido el sentido de la realidad y yo lo veía cada vez más pendiente del trabajo, de su carrera de ingeniero, de su vida profesional, de cumplir con sus aspiraciones que de lo nuestro, hasta tal punto de obsesionarse y desplazarme por completo. Había algo en él que había cambiado y aunque vivíamos juntos, parecíamos llevar vidas separadas. 

Lo cual, me hacía sentir profundamente vacía e infeliz. 

Siempre habíamos presumido de llevar una vida independiente. Cada uno conservaba su parcela privada y sinceramente, había creído que aquella era la solución y el secreto para que las parejas funcionaran. Estábamos juntos y no nos solapábamos, lo cual aportaba frescura a la relación que habíamos mantenido durante todos aquellos años pese a las dificultades. 

Sus padres tenían dinero, pero Chris estaba obsesionado por triunfar por sus propios medios. Quizá demasiado. Por eso nos habíamos alejado, por eso acabé cediendo a mis emociones y por eso dejé que sucediera. Estaba terriblemente enfadada con él. 

Y Jack encendió la mecha.

Sus  besos  me hicieron comprender que la carga explosiva había estado preparada desde hacía mucho tiempo. Entendí que mi relación con su hermano hacía tiempo que hacía aguas y que era cuestión de tiempo que todo saltara por los aires.

No tenía caso echarme la culpa de algo que hacía tiempo que estaba roto. Aunque me costara trabajo reconocerlo, Jack me había hecho un favor. De no ser por él me habría dejado llevar por la inercia durante más tiempo, puede que años. Viviendo la vida, dejando el tiempo pasar al lado de alguien que no era el  adecuado.

Esperaba que Beth fuera la adecuada para él y me centré en adelantar mi trabajo.

Tras volver a criticar de manera despiadada la siguiente degustación que nos había propuesto la siguiente empresa de catering de la lista  decidí cambiar de táctica.

Observé a  Jack que me aguardaba con su arrogancia chulesca  habitual junto a su moto. 

Sonreía. Parecía estar disfrutando, el maldito. No se parecía en nada a su hermano. Eran como la noche y el día.

—Aún nos queda un sitio más por visitar ¿No?

—Si...pero no iremos hoy. Sinceramente, me estoy empezando a cansar de este juego tuyo ¿Qué te traes entre manos, Jack?

Él se rio  y de manera enigmática, respondió.

—Ahora lo verás. Agárrate...

Y volamos por la carretera mientras tomábamos un desvío. Me apreté más contra él y contuve el aliento.

 Dejé de torturarme con aquella culpa obsesiva que no me había dejado rehacer mi vida sentimental  y empecé a darme cuenta de otros  detalles que había pasado por alto. 

Chris todavía no se había dignado a pasar por mi agencia.

No sólo había que contratar a los músicos, elegir la tarta, el menú, elegir las flores, el estilo de decoración que querían, ayudar a la novia con su vestido y el del novio, que claro está, tendría que ir a juego con el suyo; también debía  ocuparme del diseño de las tarjetas de invitación, enviar las tarjetas, contratar al fotógrafo,  organizarles el viaje de luna de miel y conseguir un sacerdote.

Pero lo peor estaba por venir. 

También me  tocaba a mi organizar la despedida de soltera. 

Porque claro, la pobre Beth trabajaba mucho y tampoco podía ocuparse de eso.

Porque claro, la pobre Beth trabajaba mucho y tampoco podía ocuparse de eso

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No me llames en septiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora